Jonathan de Falco jugaba en la Segunda División de Bélgica, había vestido la camiseta de los clubes OH Leuven, Deinze, Zottengem y KRC Mechelen, hasta que con 31 años, su prometedora se vio truncada por una lesión. El defensa tuvo que apartarse durante una larga temporada de los campos de fútbol. Demasiado tiempo de recuperación, demasiado tiempo para pensar y replantearse su vida en un deporte en el que no acababa de despuntar.
Finalmente, tomó una decisión trascendental: colgar las botas y buscar nuevos caminos. Su atlético físico, sus cualidades para el baile y el hecho de frecuentar el ocio nocturno le brindaron la oportunidad de bailar como gogó en un bar. Lo uno llevo a lo otro y, casi sin darse cuenta, tenía una tentadora e ‘indecente’ proposición sobre la mesa: grabar una película porno gay.
Aunque en aquel momento tenía novia, siempre se había sentido atraído por los hombres; sin embargo, el ambiente del deporte rey no era el más favorable para dar rienda suelta a sus pasiones con libertad. “Si en el fútbol hubieran conocido mi orientación, habría tenido problemas. El mundo del fútbol no está dispuesto a aceptar jugadores abiertamente gays: todavía hay demasiados prejuicios y demasiada poca tolerancia”, confesaría en una entrevista más tarde.
Rebautizado como Stany Falcone, su fama creció como la espuma. Ya con su primera cinta porno fue premiado como mejor intérprete revelación en los Gay NV Award, y a día de hoy es uno de los actores gays más codiciados de su género.