Te avisamos con antelación: esta historia puede herir tu sensibilidad. Y es que un padre obligó a su hijo a tener relaciones sexuales con su madrastra con la finalidad de que «se volviera heterosexual».
Empezaremos por el principio de la historia. Corría el año 1993, en una ciudad de Inglaterra, Daniel, un niño de 11 años sufrió durante tres años los abusos de su padre y madrastra con la intención clara de curarlo de la homosexualidad, como si se tratase de una enfermedad.
El padre, Warped Dowling, afirma que notó «algo raro» en su hijo. Así que no se le ocurrió otra cosa que intentar «quitarle a homosexualidad» forzándolo a tener relaciones sexuales con su madrastra, Annette Breakspear.
En una entrevista concedida a Sunday Mirror, Daniel declaró seguir tan traumatizado a día de hoy que ni tan siquiera puede oler el perfume que su madrastra gastaba en aquella época. «Robaron mi inocencia y arruinaron mi infancia. Nunca podré superar eso».
«Papá me dijo que íbamos a probar algo diferente: quitarnos la ropa cada vez que alguien perdiera. Al final del juego, Annette estaba completamente desnuda. Me ordenaron tocar y besar sus pechos. Papá me animaba a hacerlo, así que pensé que estaba bien. Creo que esa noche fue una prueba de cómo reaccionaría porque el coito comenzó después de eso».
Su madrastra admitió en una entrevista concedida a un diario local que abusó de Daniel más de diez veces, durante los tres años que duró su matrimonio con Warped. Pero no todo quedó ahí, más adelante el padre del niño también se unió al coito, junto con el pequeño y la mujer.
Dowling, trabajador del Ministerio de Defensa del Gobierno británico, no dudó en justificar sus acciones en el juicio celebrado en el Tribunal de Reading con la siguiente declaración: «Todo ello lo llevé a cabo para guiarlo en la dirección correcta y que no fuese por el camino de ser gay. Mi hijo presentaba tendencias homosexuales. […] Todo lo que siempre quise fue que él saliera de la manera correcta». Para dictar su sentencia fueron clave unas grabaciones en secreto de una conversación telefónica en la que el primero admitió los abusos.
En la actualidad, sus torturadores están encarcelados. El padre está condenado a cinco años y la expareja, Annette Brakspear, a un total de ocho.