¿Alguien con la cabeza en su sitio sería capaz de decir que luchar contra la discriminación del colectivo LGTB viene a ser lo mismo que asesinar indiscriminadamente a millones de personas?
¿Quién se atrevería a comparar a quienes luchan día a día por la igualdad de los gays con quienes provocaron el holocausto nazi? Hay que dudar de su cordura, lógicamente, pero el estadounidense Tony Perkins opina así.
El líder de la asociación antigay Family Research Council –cuya existencia denuncian numerosas organizaciones de derechos civiles en Estados Unidos– vive obesionado por alimentar el odio hacia el colectivo gay. A raíz de un caso de discriminación que una pareja de homosexuales ha llevado a los tribunales, denunciando la negativa de un pastelero de crear su tarta nupcial simplemente por ser dos hombres quienes se casaba, Perkins dijo en su programa de radio: «¿Qué va a ser lo próximo, campos de reeducación? ¿Cuándo empezará la persecución contra los cristianos?». Su temor ante los imparables avances que suponen las leyes que se aprueban para evitar la discriminación en base a la orientación sexual y el género de las personas crece. El desprecio de quienes consideran un absoluto despropósito que compare la lucha por los derechos humanos con el enfermizo deseo de masacrar a quienes son considerados diferentes por formar parte de una minoría, también.