Corría el año 1990 cuando arrancaba el Blond Ambition Tour, la gira mundial que definitivamente confirmó a Madonna como un auténtico icono. Envuelta en polémica por la atrevida temática que regía el show al mezclar lo sexual con lo religioso, la artista ponía patas arriba cualquier lugar donde actuaba. Su álbum Like A Prayer era el éxito del momento y la artista, bastante indomable y algo deslenguada en aquella época, se confirmaba como la reina del pop absoluta. No solo ella disfrutaba de las mieles del éxito, sino que los bailarines de la ambición rubia también acabaron por convertirse en ídolos de la época gracias al documental Truth Or Dare (En la cama con Madonna en España), que narraba todo lo ocurrido durante la mítica gira de la artista tanto dentro como fuera del escenario.
La extravagancia queer que derrochaban los bailarines homosexuales de la diva y la valentía para asumir su sexualidad era tomada como ejemplo a seguir por miles de chicos en todo el mundo. Algunos de ellos veían por primera vez a dos hombres besándose en la gran pantalla gracias al conocido documental, que acabó convirtiéndose en una pieza de culto entre el público gay. Todo esto, unido a la cada vez mayor fama de la reina del pop, convirtió a esta troupe en auténticos famosos; la gente los reconocía por la calle, los mejores clubs se los rifaban en sus fiestas, el voguing llegó a las grandes masas e incluso algunos de ellos aprovecharon para mostrar su faceta como cantantes y lanzar CDs.
Dirigido por los jóvenes Ester Gould & Reijer Zwaan y estrenado el pasado lunes en la Berlinale, la cinta cuenta la historia de los bailarines Luis Camacho, Oliver Crumes III, Salim Gauwloos, José Gutiérrez, Kevin Stea, Carlton Wilborn y Gabriel Trupin, este último fallecido a los 26 años por el VIH. El vertiginoso éxito acabo transformándolos en juguetes rotos y olvidados bajo la sombra de la diva, y es en ese punto concreto donde centra la atención Strike A Pose. Ese punto en el que las adicciones a las drogas, los problemas de salud y el olvido los arrastró tras bajar el telón del recordado tour. Un olvido del que también se hizo extensible a la propia Madonna, pues nunca más volvió a contar con ellos.
Ester y Reijer, impresionados en su infancia por lo transgresor que fue Truth Or Dare, decidieron ponerse manos a la obra y reunir de nuevo a ese grupo de estrellas efímeras para ver hacia dónde les había llevado la vida y conocer su visión de aquella época dorada. Algunos aceptaron participar rápidamente en el film, pero otros se mostraron mas reacios a enfrentarse a la sombra de la Ciccone, pese que a la figura de la diva se muestra como algo anecdótico en el documental.
Strike A Pose actualiza el mensaje que estos bailarines lanzaron en los noventa dándole una mayor fuerza; no solo lucharon por los derechos de su sexualidad, también les tocó luchar contra sus adicciones y enfermedades. Una historia de autosuperación y reconciliación donde el rencor hacia la reina del pop no tiene cabida. Pese a ello, Zwaan cree que estos no fueron unos simples bailarines de relleno a ojos de Madonna: “Creo que ella quiere también saber de ellos. Creo que una vez que lo vea se sorprenderá. Seguro que se conmueve como yo me conmoví”.