En contra de lo que enseñan los libros de texto, tras la II Guerra Mundial y los juicios de Nuremberg, las altas esferas de la administración, la justicia, la patronal y los servicios secretos alemanes siguieron contando entre sus filas con un importante número de personas vinculadas al régimen nazi. A pesar de que la constitución de 1945 debía marcar la ruptura de la RFA con el fascismo, la realidad distaba mucho de la imagen idílica de un país enfrentado a su siniestro pasado.
Si hay una figura que ejemplifica la lucha que se intentó librar durante la posguerra contra la impunidad de los crímenes del nazismo, esa es la del fiscal general Fritz Bauer. “¿Le gusta la caza?”, le preguntan en un momento de la película El caso Fritz Bauer. “Sí, pero no la de animales”, replica. Desde su regreso del exilio en Dinamarca, Bauer dedicó sus esfuerzos a cazar a ex dirigentes del Tercer Reich que vivían ocultos bajo falsas identidades, algo que la Oficina Federal de Investigación Criminal, aún infestada de colaboradores nazis, no estaba dispuesta a tolerar.
Dirigida por Lars Kraume, El caso Fritz Bauer repasa el acoso y la campaña de desprestigio a la que fue sometido Bauer, interpretado aquí por un Burghart Klaussner con aires de mad doctor. Tras lo que se dio a conocer como un intento de suicidio del fiscal, muchos de sus colegas estaban decididos a incapacitarle y hundir su carrera en la fiscalía por ser “judío, rojo y maricón”. Y eso era quizá lo que más les dolía, que el fiscal que lideraba la investigación contra los crímenes nazis fuera de origen judío, manifiestamente socialista y que viviera separado de su mujer tras reconocer su orientación homosexual.
Entre amenazas de muerte e intentos por acusarle de prácticas homosexuales y prostitución masculina, el trabajo de Bauer fue clave para dar con el paradero de Adolf Eichmann en Buenos Aires. Pero ni a la Interpol ni a los servicios secretos alemanes les interesaba la detención del teniente de las SS responsable de la deportación en masa de los judíos a los campos de exterminio. A riesgo de ser acusado de alta traición, Bauer se vio obligado a negociar con el Mossad israelí para la entrega de Eichmann a las autoridades. Hasta diez años después de su muerte, no se harían públicos sus méritos.
El director alemán Lars Kraume.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué te interesó la figura de Fritz Bauer?
LARS KRAUME ⇒ Empecé el proyecto porque Olivier Guez, mi coguionista, había escrito un libro sobre el Berlín tras la II Guerra Mundial. En él, había un capítulo dedicado a los años 60 y a los juicios de Auschwitz, y fue la primera vez que supe de la existencia de Fritz Bauer. Leí más sobre él y me encontré con una historia extraordinaria que nadie más conocía en Alemania. Él fue la fuerza motriz detrás de la operación del Mossad que detuvo a Eichmann en Argentina.SHANGAY ⇒ No era un personaje reconocido por el alemán medio, entonces.
LARS KRAUME ⇒ No, era un completo desconocido, y solo tras su muerte en 1968 se comenzaron a saber sus logros.
SHANGAY ⇒ En la película se aprecia cómo la justica, el servicio secreto, el sector público y los empresarios mantenían vínculos estrechos con el nazismo tras la guerra. ¿Tu intención era romper con esa imagen idílica de que Alemania rompió con su pasado nazi?
LARS KRAUME ⇒ Así es como fue. Hasta finales de los años 60, el 80% de los jueces y fiscales alemanes había trabajado durante el Tercer Reich. No se podía esperar que esa gente renunciara a su ideología y a sus trabajos. Después de la guerra, obstaculizaron todo aquello que podía destapar el pasado y enviaron a gente a la cárcel con interpretaciones de las leyes muy cuestionables. Y lo mismo con los servicios secretos alemanes, su mayor responsable vendió los secretos de Hitler a los americanos y estos le nombraron jefe de los nuevos servicios secretos. Había esa tradición en todo el sistema, también en la policía federal. Toda esa gente tenía algo que ocultar y no querían a alguien como Eichmann enjuiciado en Frankfurt, tenían miedo de que los siguientes fueran ellos. Por eso nunca se ha llevado a juicio a un líder intelectual del régimen nazi en Alemania. Los únicos juzgados en Nuremberg lo fueron por iniciativa de los aliados, no de los alemanes, que no pidieron cuentas por los crímenes que se cometieron en el Tercer Reich. Hubo algunos juicios famosos como los de Auschwitz, pero no se podía acusar a nadie formalmente sin demostrar una culpabilidad clara de haber asesinado a alguien. Hacían falta víctimas concretas y nombres de personas que hubieran apretado un gatillo. No se podía enviar a la cárcel a alguien por haber trabajado en Auschwitz.
“SABEMOS QUE FRITZ BAUER TENÍA INTERÉS POR LOS HOMBRES Y NO ES DESCABELLADO MOSTRARLO ASÍ”
SHANGAY ⇒ Hay quien cuestiona la homosexualidad de Fritz Bauer tal y como aparece en la película. ¿Cómo te documentaste al respecto?
LARS KRAUME ⇒ A través de los registros policiales de la policía danesa. Fritz Bauer fue detenido dos veces en Dinamarca con prostitutos masculinos. Ser homosexual en Dinamarca no era ilegal, pero sí lo era ejercer la prostitución o contratar sus servicios. Me baso en las copias de las denuncias reales que existen. En la película no le vemos en su vida sexual, pero sabemos que tenía interés por los hombres y no creo que sea descabellado mostrarlo así. Él vivía solo en Frankfurt después de un matrimonio con una danesa que había utilizado como tapadera para poder vivir en Dinamarca en el exilio, pero no había nada romántico en ello y ella no quería vivir en Alemania. Los rumores sobre su vida van más allá, pero es algo que no hemos potenciado.SHANGAY ⇒ También aparece una trama paralela sobre un juicio a un estudiante acusado de prostitución y sodomía en Alemania. ¿Se basa en un caso real?
LARS KRAUME ⇒ Está basado en una historia real de un juez llamado Doctor Valentine, de Hamburgo, que a mediados de los 50 condenó a dos hombres gays a una multa de tan solo cinco marcos con la esperanza de que esa sentencia pudiera facilitar la vida a los hombres homosexuales en Alemania. La idea era que, aunque se les llevara a juicio por incumplir el Párrafo 175 del Código Penal que prohibía las actividades lascivas entre varones, no se les penara.
“PARA LA MAYORÍA DE ALEMANES ES ALGO NORMAL QUE CADA UNO ANUNCIE SU SEXUALIDAD”
SHANGAY ⇒ Un código de origen nazi que, extrañamente, no se revocó hasta 1994…
LARS KRAUME ⇒ Sí, tardaron un montón de años en eliminar ese ‘párrafo homo’, aunque hacía más de 20 años que no se aplicaba. Hay una historia muy divertida que contaba un activista gay de los años 80 sobre los espejos que había en unos baños públicos alemanes donde se reunían los gays. Cuentan que al otro lado había siempre dos policías observando a los hombres mientras se tocaban, así que un día pegó un puñetazo a uno de los cristales y, efectivamente, allí estaba una pareja de policías mirando.SHANGAY ⇒ A pesar de que Berlín es una ciudad abiertamente gay, ¿por qué en Alemania no existe un clamor popular en favor del matrimonio gay como sí hubo en España u otros países europeos?
LARS KRAUME ⇒ No sabría decirte. Es cierto que el Berlín de la República de Weimar era un lugar muy abierto, así como el de los años 80, con más activismo por los derechos LGTB. Yo era adolescente entonces, pero no recuerdo un gran movimiento en favor del matrimonio gay y la adopción a lo Harvey Milk. Actualmente, para la mayoría de LOS alemanes es algo normal que cada uno anuncie su sexualidad. Lo que está volviendo con fuerza es la derecha más conservadora, con un gran apoyo popular, pero creo que incluso en las ciudades más pequeñas, cualquiera puede vivir tranquilamente como homosexual. En mi barrio de Berlín hay una comunidad gay muy amplia que organiza fiestas callejeras en las que salen prácticamente desnudos y hasta a la gente más burguesa les parece normal.
EL CASO FRITZ BAUER SE ESTRENA EL 29 DE ABRIL.