Un talento precoz, que lo llevó a exponer cuando tenía apenas 19 años y hacía la mili, y un cerebro agudo para analizar las corrientes estéticas que en los sesenta dominaban el arte español, encumbró rápidamente a Darío Villalba (San Sebastián, 1939) como uno de los creadores jóvenes más relevantes de su generación.
Empezó con la pintura, donde “trataba de reaccionar frente a la tradición del informalismo abstracto español, que era lo predominante, grupos como El Paso o Dau al Set… por el simple sistema de utilizar sus técnicas y llevarlas a la figuración”.
Sus pinturas verdes o la serie de Futbolaquia –el propio Darío era deportista: miembro del equipo nacional de patinaje– lo llevaron en muy breve tiempo a dar con el descubrimiento por el que es hoy reconocido internacionalmente: utilizar imágenes fotográficas propias que ampliaba a tamaño de gigantescos lienzos y luego intervenía con pintura al modo informalista: gestos, pinceladas, chorreos. Con esto ganó el Premio Internacional de Pintura en la XII Bienal de São Paulo en 1973.
De él dijo Warhol que era “el único pintor pop con alma”
Ya se había revelado internacionalmente en la Bienal de Venecia de 1970, donde presentó su serie Encapsulados rosa, que definió como “juguetes patológicos para adultos”: retratos fotográficos intervenidos y encapsulados en metacrilato. Desde entonces, Darío Villalba trabaja casi siempre con fotografías urbanas tomadas por él en las calles de Londres en los años sesenta, setenta y ochenta. “Me interesaban mucho las personas, siempre desde un vínculo muy emocional, para nada social: la gente sin techo, los náufragos de la sociedad, también los chaperos, las mujeres en actitud benedictina, en postura de paciencia buscando la limosna…”, reconoce.
Su mirada de dignidad sobre lo tradicionalmente marginal le llevó a crear auténticos arquetipos humanos a partir de desconocidos, “que obviamente no serían relevantes si no lograba que fueran trascendentes. Sin eso, ahora no serían importantes”.
“Me interesaban mucho las personas, siempre desde un vínculo muy emocional, para nada social: la gente sin techo, los náufragos de la sociedad, también los chaperos…”
De él dijo Warhol que era el “único pintor pop con alma”, aunque no se reconozca pop pese a su respeto por los maestros del movimiento. Villalba era ya abiertamente homosexual en tiempos no muy dados a posicionamientos; de eso es fiel reflejo el trato dado a la desnudez masculina, entre lo simbólico y lo emocional. “He sido siempre muy sincero y no me ha pasado nada. Antes era complicado, lo sé; ahora está más aceptado. Tan aceptado que he venido a Valencia y no encuentro ni un bar gay de los que había para ligar”, confiesa a sus 77 años.
Aquí recorre en cuatro plantas las últimas obras del artistas. Donde, por ejemplo, recupera en algunas tomas el color original de sus fotografías de los años ochenta, algo poco habitual en un universo estético donde predomina el blanco y negro. “Esta expo está también algo vinculada al ‘ahora’: trato de ubicarme en el momento. Surgió por la voluntad de mostrar algunas de mis imágenes más potentes ahora en color. Está dividida en secciones: la primera, dedicada a esta intervención del color. La segunda, a los náufragos, los huérfanos. La tercera es el día de una chica, fotografiada hace años. Hay un homenaje a dos obras que me interesan mucho, el retrato de Madame de Moitessier que hizo Ingres y un dibujo fuertecito de Picasso, de la serie del Guernica. Y también algunos apuntes de abstracción en color”.
Aquí de Darío Villalba puede verse en la Galería Luis Adelantado de Valencia (C/Bonaire, 6) hasta el 13 de junio. Más información en www.luisadelantado.com