“Esto es un rayo de luz en Oriente Medio, estoy aquí para celebrar con orgullo algo que no debe limitarse al colectivo gay, y espero conocer muchos israelíes guapos”. Y nadie mejor que el actor Alan Cumming (The good wife) para describir cómo Tel Aviv mezcla, innova y guarda esencia única. Claro, por algo es el embajador de su Gay Pride y unos de los mayores activistas LGTB de todo Hollywood.
A su lado, Ron Huldai pone pausa y experiencia. Solo bajo esas premisas uno puede ser alcalde desde 1998 en la ciudad más gayfriendly del mundo. “Para decir la verdad, la comunidad gay ha luchado mucho desde que estoy aquí, queda mucho por hacer y por eso hacemos el desfile, y espero que nos felicitéis por lo que va a pasar este fin de semana”. Apunta tal alto que no alcanza el vértigo.
Y es que este mismo viernes, alrededor de 150.000 personas recorrerán las calles de la ciudad para que su grito de libertad traspase las barreras de la discriminación. Y ojo, porque por momentos parece más complicado que se escuche al prójimo en la Hilton beach, epicentro gay ya tomado por bíceps bien silueteados.
Los más intrépidos huyen de la arena para consumir en Carmel Market, regatean para llevarse la kipá judía (pequeño casquete que llevan en la cabeza) a casa y hacen una parada en Gan Meir Park para presenciar un eurovisivo y festival homenaje. Allí, por cierto, una Betty Missiego israelí entona un “Si todo el mundo cantara esta canción, que hable de paz, que hable de amor…”. Complicado ser más precisa en este contexto.