Ángel Rojas y Carlos Rodríguez llevan 19 años trabajando juntos. La marca Rojas y Rodríguez es ya conocida en todo el mundo, pero ellos siguen sin bajar la guardia. Es tal la pasión que sienten por el baile, y tan fuerte el deseo por seguir creando piezas originales, que siempre están buscando nuevos líos en que meterse. Pronto estrenarán un proyecto nuevo en Shanghai, así que tienen que dividirse las tareas, artísticas y de producción, para sacarlo todo adelante. “Es agotador, pero siempre henos trabajado así”, afirma Ángel.“No entendemos de medias tintas, nosotros tenemos que dar el cien por cien, vamos a por todas siempre. Tenemos un concepto muy romántico de nuestra profesión”
No pueden evitar sentir un orgullo especial por llevar Titanium a la Gran Vía. “Podíamos haber estrenado otros espectáculos allí antes, ofertas no nos han faltado, pero es ahora cuando sentimos que es el momento perfecto, y el espectáculo ideal, para hacerlo”. Ángel confiesa que verse en la marquesina del teatro Rialto les llena de emoción cada día. Y Carlos añade que cada vez que lo representan también sienten una ilusión especial. “Es que nunca nadie había hecho algo parecido. Nos propusimos que los bailes urbanos llegasen a los teatros, queríamos dar la oportunidad a muchos bailarines de hip-hop o break a los que normalmente solo se les puede ver en discotecas, o acompañando a cantantes pop. Sus ganas son muy especiales, porque quienes bailamos flamenco estamos más acostumbrados a subirnos a escenarios como el del Rialto, ellos no”.
Fue precisamente en el teatro que ahora acoge este espectáculo donde a Carlos Rodríguez, que estaba coreografiando números para un musical, se le ocurrió apostar por un concepto nuevo: el ‘flamenco urbano’. Lo vieron como un reto, y dado que son tan amantes de los desafíos, se lanzaron a materializarlo. Pasaron ochos meses encerrados en un estudio dando forma a lo que terminó por convertirse en Titanium. “Hemos contado con grandes colaboradores en el equipo creativo, empezando por Chevi Muraday como director de escena. Y ahora mismo contamos con 30 bailarines, porque hemos tenido que doblar compañía. Tanto ellos como los músicos están muy contentos de formar parte de esta aventura. Sentimos que estamos presentando algo que nunca nadie ha visto antes. Y poder mostrar algo nuevo nos enorgullece. Este es un show por descubrir. Y no queremos que suene soberbio, realmente pensamos que es así”.
Es un espectáculo que, por lo que cuentan sus máximos responsables, crea adicción. “Nunca nos había pasado que nos escribieran a Facebook diciendo ‘iré a verlo por quinta vez’, y cosas similares”, cuenta orgulloso Ángel. Y Carlos también apunta otro detalle importante: no es habitual que un teatro de la Gran Vía inaugure su temporada con un espectáculo de danza. “Menos aún uno como este, en donde flamenco y hip-hop van de la mano, y en el que además de flamenco se escucha r&b”. Tampoco es habitual ver a un grupo de bailarines con look filoleather como sucede en Titanium, todo gracias al trabajo de Vicente Soler, que firma el vestuario. “No era nuestra intención hacer conscientemente un guiño gay al incorporar el cuero, buscábamos una estética futurista a lo Mad Max, como de videojuego”, explican. Aunque son conscientes de que los espectadores gays que acudan a ver Titanium encontrarán muchos alicientes en su propuesta. “Es evidente que contamos con bailarines que además son muy atractivos. Los b-boys y los breakers tienen una formación física espectacular, y eso será un plus para algunos espectadores, claro. Y hay un paso a dos que quizá sea el momento con una connotación gay más fuerte, pero ni nos lo planteamos. Quizá porque Rojas y Rodríguez hemos desarrollado desde nuestros inicios esa idea de la dualidad representada por bailarines masculinos”. Son capaces de hablar de sí mismos en tercera persona, pero nos les gustaría que se malinterpretara su actitud, porque aseguran que de ego andan justitos. “Nosotros no hemos nacido para ser estrellas sino para crear”.
Más propuestas teatrales filogays:
> Dorian, ese claro objeto de deseo
> Cliff, la tormentosa historia de Montgomery Clift