Ayer fue un día muy triste para mí, y mi conciencia y mis más profundas convicciones me llevan a escribir este texto. Creo en la LIBERTAD, lucho por ella, y por eso lo escribo.
Hace 24 horas que tuve que tomar una decisión muy difícil, una decisión que va en contra de algo en lo que creo profundamente: la libertad de expresión. Asumo esa decisión y no me arrepiento, era lo más coherente, sobre todo porque afectaba a terceras personas. Mi responsabilidad me obligó a apoyar la decisión de retirar a los pregoneros de este año del Orgullo, debido al revuelo montado en las redes sociales por su elección. Era lo más adecuado, pero me entristece sobremanera la situación.
Después de habérselo ofrecido también a muchas personas que no podían por diferentes motivos profesionales o personales, cuando les ofrecimos al jurado de Masterchef realizar el pregón, lo hicimos, como hacemos siempre, con toda nuestra mejor voluntad, sin ningún tipo de interés oculto o segundas intenciones. Y ellos aceptaron encantados y de todo corazón. Nos pareció que el hecho de que estas personas –a las que siguen millones de espectadores de todo tipo y condición– quisieran apoyar al movimiento LGTB lanzaba un mensaje de normalización y un avance en la sociedad del arcoíris. Eso fue lo que primó a la hora de tomar la decisión. Evidentemente, no son activistas LGTB, ni tampoco gays o lesbianas o bisexuales o transexuales, ni tampoco se lo preguntamos… Pero está claro que tampoco son homófobos ni muchas otras cosas que he leído en redes sociales. Respeto todas las opiniones y está claro que una gran cantidad de gente se sintió ofendida por la elección de estos pregoneros, y sentimos haber herido esas sensibilidades…
La polémica suscitada iba a callar lo verdaderamente importante, que no es otra cosa que el mensaje de que aún queda mucho por hacer. Cuantos más sumemos en la lucha por el reconocimiento de los derechos LGTB, por el reconocimiento de los derechos humanos, será más fácil que el mensaje llegue. Vivimos en una ciudad privilegiada, creedme, en un país líder en los derechos del colectivo LGTB, y tenemos la obligación de ser la voz de muchos que no tienen voz, a los que cada día les ponen la mordaza para que no puedan decir que lo único que quieren es ser libres, AMAR LIBREMENTE y SER IGUALES.
Todo esto, y el hecho de que sinceramente creo que los pregoneros elegidos no se merecían esta especie de juicio sumarísimo puesto que lo único que hicieron fue aceptar nuestro ofrecimiento, nos llevó a adoptar la dolorosa decisión de suspender el pregón por temor a que sufrieran abucheos o una ‘cacerolada’. Y, sí, he dicho dolorosa, porque llevo más de 20 años luchando por la igualdad, por el reconocimiento de los derechos LGTB, pidiendo respeto, tratando de sumar, de unir, recorriendo medio mundo manifestación tras manifestación, conferencia de Derechos Humanos tras conferencia de Derechos Humanos, debatiendo, llevando siempre el mismo mensaje, gritándolo muchas veces y muy alto: ESTAMOS ORGULLOSOS DE SER GAYS, LESBIANAS, BISEXUALES, TRANSEXUALES. He ido detrás de cientos de pancartas acompañado de mucha gente que libremente quería estar allí, manifestándonos juntos y gritando juntos por nuestros derechos. JAMÁS le pedí a nadie el currículum, ni una prueba de compromiso con el colectivo, no miré su pasado, no me pregunté si era o no era gay… Bastaba con que estuviera allí libremente, sinceramente, comprometido y luchando por un futuro mejor.
Ahora, parece ser que hay gente que se otorga la capacidad de decidir quién debe estar junto a nosotros y quién no, quién nos representa y quién no, quién es auténtico y quién no… Y me pregunto: ¿Estamos avanzando hacia la sociedad del arcoíris o estamos construyendo una sociedad monocolor en la que, el que no piensa como yo, el que no piensa como dicta la ‘propaganda’, es excluido del grupo, ninguneado, despreciado, silenciado? Esta no es la sociedad de la DIVERSIDAD con la que sueño y por la que trabajo cada día…
Tomé una decisión, repito, que considero la más acertada en virtud de mi responsabilidad, pero NADA NI NADIE me van a quitar mis ganas de luchar, de reivindicar, de celebrar. NADA NI NADIE me van a quitar mi energía, mi fuerza por poner mi granito de arena para ser la voz de todos aquellos a los que quieren callar. NADA NI NADIE me van a quitar mi ‘ORGULLO’.
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