Rafael Alvira, catedrático de Filosofía de la Universidad de Navarra, vertió ayer en el programa Ellos sí pudieron de Intereconomía Televisión una serie de perlas en contra de las últimas políticas llevada a cabo en favor del colectivo gay.
Según afirmó Alvira durante la entrevista, uno de los grandes problemas actuales de nuestra sociedad es el gigantesco ‘emotivismo’ en el cual nos encontramos sometidos. Un estado de ánimo que ha ido sustituyendo el pensamiento por el sentimiento. El catedrático señala que esta problemática se desarrolla cuando el individuo no es capaz de armonizar sentimiento, razón y voluntad; es ahí cuando se convierte, en palabras textuales de Alvira, en un “pelele”.
También expresó que la libertad del hombre no es absoluta, sino condicionada, y lamentó que tras la aprobación de la Ley de transexualidad en la Asamblea de Madrid se afirmase que esa norma fuese un ejemplo de libertad humana. “No tienen ni los rudimentos de lo que es la libertad, es inimaginable, lo que han hecho no se puede comprender”, afirmó el catedrático, que la considera una ley impositiva. “Esto es una bomba atómica social y lo hacen como si tal cosa. Con todos mis respetos, estoy totalmente en desacuerdo, están negando cosas evidentes y cuando se niega la evidencia no se puede dialogar, es una imposición y no se puede hacer en nombre de la libertad”.
También animó a los padres de familia a que se negaran con rotundidad a aceptar las políticas de género. Aseguró que son un peligro que adoctrina la forma de pensar de los menores cambiando así su forma de pensar y ver la vida. “Si los padres de familia transigen ahora, al año que viene será peor y el siguiente se los han comido con patatas. Si estuviera en mi mano, yo no la aceptaría ya”. La democracia y el Islam tampoco se quedaron sin su ración de irracionalidad. Alvira tachó la democracia de nuestro país como dogmática y resaltó, bajo su parecer, la “no exclusión de la violencia” por parte de la religión islámica.
En definitiva, una entrevista en donde los prejuicios, la sinrazón y el sinsentido fueron los verdaderos protagonistas.