En España gozamos de igualdad (al menos legal) desde 2005, año en el que se aprobó el matrimonio homosexual. Más tarde, en 2007, se aprobó la adopción por parte de parejas del mismo sexo.
Pero Italia es uno de los estados europeos menos favorables respecto al colectivo LGTB. Es sorprendente que hasta hace unos pocos meses no hubiera en Italia una ley que regulase la unión entre personas del mismo sexo. Fue en febrero de este año cuando se aprobó la Ley Cirinnà o Ley de Uniones Civiles.
Inicialmente, la ley fue una verdadera declaración de buenas intenciones. Desgraciadamente, en el momento de su votación fue bloqueada en el Senado por los grupos ultraderechistas y ultracatólicos. Es por ello que sufrió bastantes modificaciones para poder seguir adelante, puesto que la ultraderecha tiene la mayoría en el Senado italiano.
Como podréis imaginar, estas modificaciones no han sido en absoluto favorables, y han relegado a estas uniones civiles a uniones de “segunda categoría”.
Los partidos más tradicionales se han esforzado en cambiar los detalles más insignificantes de la Ley Cirinnà para que las uniones civiles se pareciesen lo menos posible al matrimonio tradicional.
Si quieres conocer estos detalles, pasa página
Las principales diferencias entre el matrimonio tradicional y las uniones civiles son:
– Dentro del matrimonio se pueden adoptar hijos. En las uniones civiles no es posible.
– En el caso de los matrimonios, estos podrán disolverse pasados mínimo seis meses. Las uniones civiles solo necesitarán tres.
– El matrimonio obliga a guardar fidelidad por parte de los cónyuges, mientras que las uniones civiles no.
– El matrimonio debe ser consumado, y en las uniones civiles no existe esta obligación.
– Por último, en los matrimonios la mujer debe asumir el apellido del hombre. Esto en las uniones civiles no sucede.
Finalmente, la Ley Cirinnà no contempla tantos derechos como estaba previsto, y aunque su intención inicial fuera buena, lo cierto es que a día de hoy no ha traído la igualdad legal al colectivo LGTB.