La riqueza de la Quinta Avenida, el árbol del Rockefeller Center, el barrio bohemio del Greenwich Village o el renacimiento de Harlem. Ah, y los taxis amarillos. El icónico Nueva York no necesita más presentación: un valor seguro a la hora de planear una escapada en otoño y Navidad que no debes conformarte con ver solo en comedias románticas, of course.
Atentos porque, aunque el verano se haya marchitado y comiencen a bajar las temperaturas, cualquiera de los próximos puentes otoñales podría servir para hacer una fantástica escapada a la Gran Manzana. Y llegando a fin de año, está claro que las fiestas navideñas se viven de una manera muy especial en Nueva York. Cada rincón de la ciudad aparece engalanado, como si fuese parte de un decorado cinematográfico, y el barroquismo decorativo influye sin duda en el ánimo de los locales y los turistas, que se contagian de una euforia poco habitual. Para refugiarse del frío, nada mejor que los centros comerciales, aunque no hay que olvidarse de los tradicionales mercados callejeros. Los más osados intentan evitar las caídas en las pistas de patinaje y hacen muñecos de nieve en la acera… Todo ventajas.
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