Hasta ahora, los gays tenían absolutamente prohibido donar sangre en Irlanda. Una mentalidad más bien homófoba los situaba dentro de los potenciales portadores de enfermedades de transmisión sexual.
El Servicio Irlandés de Transfusión de Sangre (IBTS), en un intento de ser ‘tolerante’, ha levantado dicha prohibición. Eso sí, no totalmente, ya que solo podrán donar sangre los hombres gays que hayan estado al menos un año sin mantener relaciones sexuales. (¿No os pica la curiosidad saber cómo se consigue el ‘certificado de abstinencia’? ¿Será bajo solemne juramento o tal vez polígrafo mediante?)
Lo indignante de todo esto es que ni siquiera se trata de un gesto de aceptación hacia los gays sino, sencillamente, de una medida para paliar la escasez de donantes. Así lo señalaba el ministro irlandés de Salud, Simon Harris. “Solo el 3% de la población elegible de Irlanda son donantes de sangre activos, pero 1 de cada 4 personas necesitará una transfusión de sangre”.
Otros países como Estados Unidos, Canadá o Australia mantienen la misma política en cuanto a la aceptación de donantes que Irlanda, algo bastante absurdo, ya que se supone que toda la sangre es analizada. Deberían aprender de países como España o Italia, en los que cualquier donación es bien recibida.