La Casa de Papel ya nos había ofrecido un personaje LGTBI+ en su elenco desde la primera temporada, Helsinki, un hombre rudo, con cara de muy pocos amigos y con un carácter, a priori, agresivo y temible. A lo largo de las temporadas el personaje va mostrando su lado más humano. Pero tiene la desgracia de enamorarse del nuevo fichaje de la serie, Palermo, un argentino homosexual, que no tiene desperdicio: machista, insolente, estomagante y con una visión del amor y el sexo gay que llega llena de polémica.
La escena ‘Boom, Boom, ciao’ en la que Palermo da un discurso misógino acerca del amor y el sexo entre hombres y mujeres, y todas sus combinaciones posibles, nos deja sin palabras : «El mejor sexo del mundo es el gay, y ¿saben por qué?, porque no hay mujeres. Es muy sencillo, los hombres necesitamos quitarnos el veneno, cada pocas horas necesitamos hacer Boom Boom, después sentimos rechazo por el cuerpo hacia el cual nos vertimos, da igual con qué ¿eh?, pero sentimos rechazo, entonces decimos: Ciao. Boom Boom, Ciao».
Las mujeres con las que el argentino comparte mesa comienzan a rebatir esta sarta de clichés, pero a él todo le es indiferente, y permanece impasible. Su insistencia en asegurar que el sexo para las mujeres lleva implícito la acción de procrear, y que los hombres –gays y heterosexuales– no tienen sentimientos y practican asiduamente el sexo para liberar necesidades biológicas crispa a los presentes y acaban abandonando la conversación.
En la siguiente escena el argentino aparece cepillándose los dientes, después de haberse acostado con Helsinki, despacha al serbio de mala manera, recordándole su polémica teoría ‘Boom Boom,Ciao.’ Este se va de la habitación cabizbajo, dejando ver que sus sentimientos no se corresponden con los del fastidioso y arrogante Palermo.