En 1996 vino por primera vez al Orgullo de Madrid. Le invitó su gran amiga La Prohibida, y en el 97, cuando Chaumen decidió instalarse en la capital, ya se subió a la primera carroza de Shangay. “Recuerdo que iban también Alaska, La Plástika… En aquella época era muy familiar, y se respiraba muchas ganas de hacer cosas nuevas”. Él tenía también deseos de compartir su personal y atrevida visión de la alta costura, y en Madrid encontró el lugar perfecto, y las personas ideales, para hacerlo. Chueca fue el primer barrio que conoció, y lógicamente, tiene recuerdos asociados a él.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo recuerdas Chueca cuando llegaste?
CHAUMEN ⇒ Muy dragqueenesca [risas]. Estaba rodeado de La Prohibida, las Plutonia… En aquella época ya se veían muchos chicos que vestían diferente, mucha drag. Hasta que llegó la obsesión por el músculo unos años después, que se lo cargó un poco todo, porque muchos hombres no necesitaban arreglarse para ligar, al contrario, querían ir con cuanta menos ropa mejor…
SHANGAY ⇒ ¿Cómo has visto la evolución del barrio?
CHAUMEN ⇒ Lo veo un poco de capa caída comparado con lo que vivimos hace veinte años; le falta una variedad de ambientes que antes sí veía. Creo que necesita más actividades culturales y artísticas dentro del ámbito gay. Porque es algo que no solo ha pasado en Chueca, también lo he visto en Valencia o en Ibiza. A Chueca antes iba todos los días, a visitar a amigos, a pasear al perro… Me encantaba esa sensación de comunidad que teníamos, te sentías integrado. Es algo que en Madrid siempre he sentido, en cualquier barrio.
SHANGAY ⇒ ¿Ya vestías a La Prohibida entonces?
CHAUMEN ⇒ En aquella época empecé a hacerle cosas, sí. No era la primera travesti a la que vestía, en Valencia ya había diseñado cosas para algunas. A La Prohibida la conocí en Ibiza, y en cuanto la vi me dije “tiene madera, quiero vestirla”. Porque no era la típica drag queen de la época, la veía travesti, que para muchas entonces decir eso era un insulto; para ella y para mí no, obviamente… Me encanta seguir vistiéndola, e ir cambiándole la imagen, aunque me cuesta [risas].
“Me encantaba esa sensación de comunidad que teníamos en Chueca”
SHANGAY ⇒ ¿Buscaste también a las cantantes con las que has ido trabajando?
CHAUMEN ⇒ No, han venido a mí siempre. Marta Sánchez contactó por primera vez en 1988 a través de una amiga común, Cristina Tárrega. Me compró diseños de mi colección y después ya trabajamos juntos en el vídeo de Con solo una mirada. Mónica [Naranjo] me vio por primera vez en un programa de televisión, y de nuevo una amiga común nos puso en contacto. A Ana Torroja, que vestí en dos giras, le pasó mi contacto Marta. Y Malú, a quien le hice el vestuario de su última gira, me descubrió a través de Ana…
SHANGAY ⇒ ¿Te ha faltado alguna diva?
CHAUMEN ⇒ Me habría gustado vestir a Alaska, que me encanta. Y mira que lo he intentado, pero no ha habido forma [risas].
Chaumen con Mónica Naranjo
SHANGAY ⇒ ¿Qué se siente al haber vestido a esas grandes estrellas del pop nacional?
CHAUMEN ⇒ El orgullo de haber podido hacerles diseños que una persona de la calle no se pondría. Pero nunca he presumido de haber vestido a artistas así, a todas las personas a las que visto las veo iguales. Hombre, cuando las he visto en televisión o en conciertos me he sentido muy satisfecho, pero es algo que siempre he llevado con mucha naturalidad. Ten en cuenta que a Mónica [Naranjo], por ejemplo, la conocí antes de ser famosa, y también he vestido a otras que no llegaron a serlo, como Folclóricas Arrepentidas. Yo lo único que he querido siempre es hacer bien mi trabajo.
SHANGAY ⇒ El boom de Mónica Naranjo se asocia mucho a tus looks…
CHAUMEN ⇒ Es que todo lo que llevaba era mío, hasta los biquinis [risas]. La estuve vistiendo quince años. Lo último que hice con ella fue una portada para Shangay, precisamente. Con Mónica tuve mucha libertad creativa, nunca tuvimos ningún problema. Además, siempre me decía que con mi ropa se sentía muy segura en el escenario, y eso es muy importante para una artista, porque lo transmite.
SHANGAY ⇒ La Prohibida es, además de amiga, una de tus musas. ¿Cómo estás viviendo su éxito actual?
CHAUMEN ⇒ Es algo de lo que no soy tan consciente. Ella viene, se hace ropa, nos vamos de viaje… Todo igual que hace cinco años. Bueno, tengo más libertad para decirle cosas y aconsejarle. Su éxito lo he percibido en mis ventas, eso sí. Y se lo merece, porque trabaja mucho aunque, aun así, creo que está desaprovechada a nivel popular, porque en el indie sí se lo ha comido todo. Siempre le digo que debería hacer un programa infantil, porque tiene don para los niños, que la ven como una muñeca gigante [risas]. Y serviría también para que mucha gente adulta se quitara el prejuicio de si es travesti, que es algo que un niño ni se plantea.
“El hombre heterosexual está muy amariconado”
Con Esperanza Roy, Marta Sánchez y Javier Gurruchaga
SHANGAY ⇒ ¿Te ha inspirado siempre más la mujer que el hombre a la hora de crear?
CHAUMEN ⇒ No, pero es que la mujer ha sido siempre más atrevida. Aunque el hombre ha evolucionado mucho, aún le cuesta quitarse algunos prejuicios. También he vestido a artistas masculinos, de los Mojinos Escozíos a Chimo Bayo. Me gusta hacerlo, porque hay más espacio para innovar. Pero hay menos recursos para él; por eso creo que muchos se visten de mujer [risas]. Yo me he puesto siempre lo que me ha dado la gana, hasta minifaldas de 18 cm, nunca me he cortado. Pero si no hubiese tenido la oportunidad de hacerlo, a lo mejor me habría puesto cosas de mujer.
SHANGAY ⇒ ¿Diseñas más ropa masculina ahora?
CHAUMEN ⇒ Llevo unos años que hago mucho vestido para chicos, también para heterosexuales. Porque hoy día, el heterosexual está muy amariconado… [risas]. En el mundo gay veo todavía mucho prejuicio, y mucha discriminación, incluso entre nosotros. Al menos, así lo he sufrido yo, y es una pena. ¿Por qué no aceptas a un chico con pluma, por ejemplo? Es una cuestión de educación, y aún tiene que pasar un tiempo para que se supere. En ese sentido, creo que muchos jovencitos heterosexuales nos están dando una lección, porque son más naturales y no tienen esas nociones de masculinidad que en el mundo gay están haciendo tanto daño. Ya hay muchos niveles de gris entre hombre y mujer, y eso me parece ideal.
Con La Prohibida, muchos años atrás