“Dos chicos se estaban liando en un bar en San Fermín el día 8 de julio. Cada persona que entraba al bar se les quedaba mirando como si fuesen dos marcianos. Se reían, ponían cara de asco, un tío les hizo una foto incluso sin que se dieran cuenta. Un matrimonio mayor les señaló con indignación para que se fueran. La chica que lo cuenta en twitter dice que no se separaban de los gays que no conocían por miedo a que les pegara alguien. Uno de los amigos de esta chica llevaba una chapa arcoíris. Otro gay le había dicho hacía un rato al de la chapa que este tipo de cosas ya no hacían falta. El chico salió con la chapa al baño y le agarraron entre varios tíos y le empezaron a pegar. Le dejaron sangrando. Todo por la chapa arcoíris”.
Con estas palabras, el vocal de delitos de odio de Arcópoli, Rubén López, narraba una agresión homófoba en Pamplona durante los Sanfermines. Una testigo narraba a través de un hilo de Twitter lo ocurrido para que ningún tipo de vejación o discriminación quede impune, sea del tipo sea. Queda dicho.
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