La ley portuguesa determina que solo podrán someterse a la gestación subrogada mujeres con problemas de fertilidad, mujeres que no pueden concebir por sí mismas. De manera que, excluye a parejas compuestas de dos hombres, pero sí incluyen las parejas de lesbianas.
Cláudia Vieira, presidenta de la Asociación Portuguesa de Fertilidad ha explicado que “al no hacer mención explícita a los no residentes o no ciudadanos, a efectos prácticos cualquier persona que cumpla con los requisitos médicos establecidos por la legislación puede acceder a la gestación subrogada”. Más concretamente, solo podrán acceder a esta forma de fertilización las mujeres sin útero o con alguna lesión que les impida quedarse embarazadas. La ley es para parejas casadas o de hecho, lesbianas o heterosexuales, nativas o extranjeras.
Pero no será un proceso sencillo. La pareja que quiera acceder a este procedimiento deberá acudir a un centro de reproducción asistida para que sea probada la infertilidad de la madre genética. La mujer gestante no podrá recibir ningún pago económico, salvo los referidos a gastos médicos, y tendrá acompañamiento psicológico tanto antes como después del parto. Las madres gestantes solo podrán hacerlo dos veces y deberán tener menos de 45 años. Su relación con el niño/a se limita “al mínimo indispensable, por los potenciales riesgos psicológicos y afectivos que esa relación comporta”. Los interesados firmarán contratos de gestación de sustitución y tendrán que conseguir una autorización previa del Consejo Nacional de Fecundación Asistida.
En nuestro país, hoy en día este tema genera mucha controversia política, ya que no hay legislación. Ciudadanos presentó una propuesta y es el partido que ha impulsado más decididamente la gestación subrogada. Aun así, no cuenta con el respaldo de PP, PSOE y Podemos, ya que, en su opinión, este modo de tener hijos es a una “mercantilización” de la mujer.