Foto: miguelangelfernandezphoto.com
Forma parte fundamental de la biografía de Oscar Wilde el hecho de que, por defender el honor de su gran amor, Lord Alfred Douglas, también conocido como Bosie, terminó en prisión, tras varios juicios en donde las tornas se volvieron contra él. Fue acusado de “ultraje contra la moral pública”, y el dramaturgo Moisés Kauffman (autor de, entre otras, El proyecto Laramie) escribió una función en la que relata los tres juicios que vivió antes de ser encarcelado. Un texto que fascinó al director Gabriel Olivares, que no ha parado hasta estrenarlo en España. “Es una pena que, de momento, solo vayamos a estar un mes en Madrid”, cuenta César Camino.
Ha encadenado ya varias obras dirigidas por Olivares –“seguimos de gira con Cuatro corazones con freno y marcha atrás”–, aunque esta es muy especial para él. “Es la primera vez que hago drama”, confiesa, a la vez que también recuerda que continúa con Burundanga seis años después de estrenarla, y que la compaginará con Gross Indecency –“es como un funcionariado para mí”, dice entre risas–.
“Valoro mucho lo que se ha ganado en derechos sociales, es un tesoro que hay que proteger”
No es un drama cualquiera el que propone Gross Indecency. Los tres juicios de Oscar Wilde. No solo recrea uno de los momentos más turbulentos en la vida del gran autor, incorpora también pinceladas de momentos felices junto a uno de sus grandes amores, Bosie. De manera que se alternan momentos en los que se recurre directamente a los archivos de sus juicios, con un lenguaje muy concreto, el legal –“que cuesta”– con otros en donde la escritura tan poética de Wilde –y ciertos paisajes oníricos– lo inunda todo, con fragmentos de, entre otras, Un marido ideal o De profundis. “Es interesante trabajar sin pensar en resultados comerciales, el trabajo está planteado por Gabriel de un modo experimental”.
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César interpreta a Sir Edward Clarke, el abogado defensor del genial autor. Y no es un personaje especialmente agradecido, porque no cae tan simpático como el ‘tío moñas’ u otros tantos con los que el actor logró una gran popularidad en televisión gracias a Agitación + IVA, Los misterios de Laura u Hospital Central. “Mi personaje tenía muy buenas intenciones pero la cagó; no supo afrontar unos juicios tan amañados en un periodo muy complicado para los homosexuales, y así Wilde terminó cumpliendo dos años de trabajos forzados”.
Al sumergirse en esta historia, César Camino –como espera que hagan los espectadores– no ha podido evitar reflexionar sobre lo que suponía ser gay hace un siglo. “Ver que en un país tan avanzado como Inglaterra pudiera pasar algo así a finales del siglo XIX me descoloca. Supongo que porque he crecido viendo la homosexualidad como algo natural, no llegué a vivir el franquismo. Y nunca he visto a amigos gays vivir nada parecido, claro. Ahora valoro mucho lo que se ha ganado en derechos sociales, es un tesoro que hay que proteger. Porque puede cambiar en un momento, imagínate si llegase un Trump a España…”. Celebra que una obra así sirva de recordatorio de lo que sucedió: condenar a alguien, solo por el hecho de ser homosexual, de conducta indecente y sodomía. Y lo que a él le está ayudando a controlar una tendencia como actor que también le surge de manera natural. “En cuanto me dejas, me sale mi vena de coña, de comedia, no lo puedo evitar. Así que aquí, que estamos juzgando a Oscar Wilde para condenarle a trabajos forzados, tengo que controlarme todo el rato”.
“Quiero que se me vea más como actor que como cómico”
Javier Martín interpreta a Oscar Wilde, y David DeGea –también autor de la adaptación junto a Gabriel Olivares– es Bosie, y su compañero César solo tiene palabras de halago para ambos. “Están fantásticos”, afirma. “Javi está imponente, hace un Wilde cojonudo. Es un reto importante encarnar a alguien tan reconocible”. Todos sienten la responsabilidad, pero no lo afrontan con miedo. “Estamos muy bien arropados…”, asegura. Además, César está encantado del camino que ha tomado, alejado de los proyectos que le hicieron un rostro muy popular. “Me siguen ofreciendo programas de sketches, de lo que las cadenas consideran ‘entretenimiento’. A mí no me importa seguir haciendo reír en televisión, ni mucho menos, pero quiero que sea en series de ficción que cuenten historias”.
Mientras llegan esas series, el diseñador gráfico reconvertido en actor –desde siempre también músico– disfruta pisando las tablas. “Son ya seis años haciendo teatro sin parar, ahí he encontrado donde dignificarme”, dice entre risas. No echa en falta la popularidad que ha vivido en momentos concretos, pero tampoco reniega de ella. Lo que sí le gustaría es que quienes le recuerdan por Agitación + IVA, por ejemplo, cambien su perspectiva sobre César. “Que me vean más como actor que como cómico. Es mi apuesta”. Ahora mismo, en su apuesta por el drama asegura estar dejándose el alma y mucha energía en su personaje de abogado defensor de Oscar Wilde. Y tiene claro lo que le gustaría que se llevase el público de la obra: “Que sienta que amor está por encima de todo. Porque Wilde no solo sintió un amor desmesurado hacia Bosie, también amaba la vida y el arte, es lo que le mantuvo vivo en prisión. Una gran lección de vida”.
LA OBRA GROSS INDECENCY. LOS TRES JUICIOS DE OSCAR WILDE SE REPRESENTA HASTA EL 8 DE OCTUBRE EN EL TEATRO FERNÁN GÓMEZ (PZA. COLÓN, 4) DE MADRID