Encarnación Aragoneses, más conocida como Elena Fortún, guardó durante años Celia y la revolución en un cajón, dando por hecho que jamás conseguiría editarla. Y aunque ella no lo vería, pues falleció en 1952, la novela, escrita poco después del final de la Guerra Civil, acabaría publicándose en 1987. En estos tiempos de inmovilismo ideológico, políticas personalistas y exhumaciones, esta adaptación teatral parece cobrar más vida que nunca. Su protagonista principal es Tábata Cerezo, que además de establecer paralelismos preocupantes entre aquella época y la actual, debuta bajo el paraguas del Centro Dramático Nacional. Y está siendo muy especial: “Sigo estando muy asustada, me cuesta verme en ese espacio tan grande. Es una oportunidad maravillosa… Y luego me ha hecho mucha ilusión recuperar el personaje mítico de Celia. Mira que entré al proyecto con una ignorancia brutal, pero después de leer mucho, entendí lo necesario y revolucionario que fue en su momento. Para mí es un honor poder encarnarlo”. También porque este viaje, que mueve a Celia por distintos escenarios de la zona republicana –Madrid, Barcelona, Valencia, Albacete–, está capitaneado en su totalidad por mujeres: Alba Quintas (versión) María Folguera (dirección), Mónica Teijeiro (escenografía y vestuario). Y eso, además del mejor homenaje a Fortún, es mucho decir incluso hoy.
SHANGAY ⇒ Qué bien que seáis las mujeres las que recuperen una voz femenina silenciada durante tantos años…
TÁBATA CEREZO ⇒ Es muy emocionante. Habíamos tomado como normales muchos comportamientos que ahora nos estamos replanteando. Pensaba que nos habíamos rendido con la igualdad de género, y no. Ahora, sigue siendo excepcional que la dirección y la dramaturgia en esta obra sean femeninas… A mí es la primera vez que me pasa, y que estemos hablando de esto quiere decir que queda muchísimo por hacer. Me he dado cuenta de la gran ignorancia que tiene mi generación con todas las autoras y creadoras que la dictadura intentó borrar. Yo misma no tenía ni idea, y tenemos una tarea importante por delante, recuperar todas esas voces femeninas silenciadas. Y que lo hagamos las mujeres es muy bonito.
SHANGAY ⇒ ¿Qué muestra Celia en la revolución que no sepamos ya de la Guerra Civil?
TÁBATA CEREZO ⇒ Lo más revolucionario del texto es que cuenta la guerra de una manera que yo nunca había visto, no hay obras que nos hagan entender cómo era la vida cotidiana en esa época. Y aquí tenemos a un personaje que está viviendo su adolescencia justo en ese momento. La directora me decía siempre una frase, que al principio no entendía mucho, y es que Celia en la revolución es contar la guerra como una revolución en sí misma, una oportunidad para vivir cosas impensables para una mujer joven en los años 30, pero también increíbles en los años que vienen después; emborracharse, salir con un chico sin tener que dar explicaciones, vivir sola…
SHANGAY ⇒ ¿Es positivo que el espectador conozca tan de cerca el contexto histórico de la obra?
TÁBATA CEREZO ⇒ Sí. Aquí el teatro cobra sentido cuando el que está enfrente se replantea su visión de la Guerra Civil y la memoria histórica de nuestro país. Y en ese aspecto va a ser una obra incómoda, seas de derechas o de izquierdas; relatar los horrores que se vivieron por parte de ambos bandos puede generar malestar. Y va a suceder, pero Celia defiende la verdad por encima de todo, la humanidad depurada de razonamientos, ideologías… Todo esto pasa a un segundo plano. Cuando ves el horror, gente asesinada de un lado y de otro sin ningún tipo de empatía, tomar partido pierde todo el sentido.
SHANGAY ⇒ Por tanto, el teatro debe tener el compromiso de mandar un mensaje que nos haga reflexionar…
TÁBATA CEREZO ⇒ El arte tiene que hacer pensar, romper con lo establecido. Va unido a la forma de crear. Lo que no me gusta es que se intente adoctrinar, no es nuestra función, ni en Celia y la revolución lo intentamos hacer. Tenemos una voz que llega a más gente que si nos dedicáramos a otra profesión, y está muy bien poder usarla.
SHANGAY ⇒ ¿Cuánto ha cambiado entonces nuestra sociedad en los últimos ochenta años?
TÁBATA CEREZO ⇒ No mucho, y estoy asustada, la verdad. Hacer todos los días esta obra me está haciendo reflexionar mucho sobre lo poco que hemos aprendido. Repetimos errores, ver cómo aún seguimos enredados en apegos e ideologías sin diálogo es aterrador. Y te planteas, con esta política tan personalista, adónde estamos yendo… ¿Has visto la serie Years and Years? Tiene mucho que ver con todo esto.
LA OBRA CELIA EN LA REVOLUCIÓN SE REPRESENTA HASTA EL 24 DE NOVIEMBRE EN EL TEATRO VALLE-INCLÁN (PZA. LAVAPIÉS, S/N · MADRID) DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL