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Después de 586 capítulos, un trágico terremoto sacudía el barrio madrileño en el que está ambientada Acacias 38, la popular serie de ficción española que ameniza la sobremesa de TVE desde hace un par de años. Aquel fatídico día, una viga se desprendía de la cocina de los Valverde y acababa con la vida de Pablo, último superviviente de la familia Blasco-Serra, y uno de los personajes más queridos por la audiencia. Carlos Serrano-Clark, el joven actor que le daba vida, ponía así fin a una etapa llena de emoción: “Fue triste despedirme, son dos años y medio durante todos los días, nos habíamos convertido en una familia. Y separarme del personaje fue un drama también, pero lo sentí como el final de una etapa y el inicio de otra nueva. También tenía ganas como actor de cambiar de aires…”. Dicen que una retirada a tiempo se transforma en una victoria, y en este caso, ese doloroso –y consensuado– adiós fue señal de una madurez con la que el catalán pretende afrontar nuevos retos. “El personaje no daba para más, ya le había pasado de todo, se había quedado sin familia, y estábamos de acuerdo en que a Pablo no se le podía sacar más jugo. La decisión no fue mía, pero me pareció la correcta”, explica.
Pablo, que fue ganando notoriedad en pantalla al tiempo que se afianzaba su amor por Leonor –papel interpretado por Alba Brunet–, era uno de los personajes más queridos. Así quedó reflejado cuando él mismo difundió en sus redes –“no lo anuncié hasta el día de la muerte, pero la gente es muy lista y ya se lo olía”– un vídeo con su última escena: “Me puse a llorar como un niño… y recibí una cantidad increíble de mensajes de cariño, qué bonito es cuando se valora tu trabajo”. Una vez acumulas un ejército de fans irreductible, lo lógico es que este te siga en cada proyecto en el que te involucras. Y así le ocurrió a Carlos con Venus, la obra de teatro escrita y dirigida por Víctor Conde, que pasó con gran éxito por el Teatro Kamikaze y que pronto comenzará a girar por España para posteriormente volver a Madrid. Precisamente en la capital fue donde Serrano-Clark se sorprendió con su poder de convocatoria: “Me hizo mucha ilusión. Vinieron unos cuantos clubes de fans que se juntan por redes. Fue muy curioso, no te esperas en absoluto que te admiren tanto. Ver madres con sus hijas llorando… Me sentí hasta raro, soy una persona normal [risas]”.
“Hay que seguir concienciando sobre la visibilidad LGTB en televisión”
Pese a no haber cumplido todavía la treintena, Serrano-Clark acumula una notable experiencia que le permite analizar el momento actual de la ficción española con interesante perspectiva. Y pone más hincapié en la telenovela, un formato que aprovecha para reivindicar: “Es necesario que se valore, porque mucha gente no es consciente del trabajo que hay detrás. El ritmo es frenético, y el nivel de exigencia es altísimo. Se graba más de un capítulo al día… te curtes de tal manera que en nuestra profesión se dice que si aguantas la telenovela, puedes hacer cualquier otra cosa [risas]. Por eso me encanta cuando veo que por fin se reconoce, algo está cambiando”.
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A este fenómeno también suma una mayor visibilidad LGTB en las tramas, independientemente de la franja horaria, el público objetivo y la cadena de televisión. “Hay que seguir concienciando. Y qué mejor que la televisión para ello. No importa la franja horaria, pero a mediodía con mucha gente mayor que les puede costar más entenderlo, es todavía más positivo”. De hecho, Acacias 38 continuó con esta tendencia con Claudio, un joven gay protagonista de alguna escena de sexo inimaginable en antena hace años, y una serie de episodios homófobos que hacían a Serrano-Clark tragar saliva. “Hay escenas con su trama donde hasta yo lo pasaba mal por imaginarme el sufrimiento de un gay de la época. Un infierno. Y claro que quedan algunos animales sueltos, pero espero que sea residual y que las agresiones homófobas dejen de ser noticia”, añade con contundencia.
Mientras aguarda próximos trabajos, todavía enigmáticos, Carlos aprovechará para, por ejemplo, recuperar toda su rutina de entrenamiento físico. Y eso que confiesa que “no me lo tomo muy en serio, pero intento ir al gimnasio tres veces a la semana. Hago lo mismo desde hace años y no cambio…”. Más problemas encuentra con la alimentación, donde hasta en su propio rostro refleja sufrimiento por mantener un hábito equilibrado: “Eso sí que lo llevo mal. Me cuesta comer sano, si lo consigo durante un par de días al tercero necesito guarrerías porque no aguanto”. El precio de mantenerse en forma.
Fotos miguelangelfernandezphoto.com
Maquillaje y pelos Cristina Libertad