Hace unos días lanzaba un vídeo promocional para abrir boca de su inminente nuevo álbum Man Of The Woods, en cuya rotunda portada ha sido fotografiado por Ryan McGinley. En dicho clip promete que este va a ser su álbum más personal, ese tópico que se ha convertido en tendencia en el último año, usado hasta la saciedad por artistas tan variados como Lady Gaga o incluso Kylie Minogue, que tiene a la vuelta de la esquina un disco creado con ese mismo concepto.
Han pasado cinco años desde The 20/20 Experience. un ambicioso disco doble cuya primera parte era redonda y la segunda, irregular. Y parece que fue ayer, pero hace casi dos años que editó Can’t Stop The Feeling, jitazo disco en toda regla que creó junto a Max Martin y Shellback para la banda sonora de Trolls, y que se convirtió de inmediato en uno de sus clásicos.
Veremos lo que da de sí esta etapa de Timberlake, que ya tiene primer single editado, Filthy, compuesto por Justin junto a su fiel colaborador Timbaland, Danja, James Fauntleroy y Larrance Dopson. Como suele ser habitual, Justin siempre da a conocer cada nuevo proyecto con un single bailable, aunque en esta ocasión no entra con tanta facilidad como, digamos, SexyBack o Suit & Tie. Una vez más, evidencia que Prince es una gran influencia en su música, y en esta ocasión tampoco puede negar que ha bebido del sonido de Jamiroquai –otro experto en reciclar a grandes maestros de la música negra–. Y la producción, gélida y minimal, recuerda a la de uno de los singles más incomprendidos de George Michael, Freeek.
Para rematar, en el futurista vídeo que dirige el maestro Mark Romanek, Justin se queda en la sombra y deja que se luzca un robot de última generación a su imagen y semejanza, y que imita con descaro algunos de los pasos míticos de baile de Michael Jackson. Justin no puede negar que se inspira en los grandes, aunque en esta ocasión no brilla como sus maestros. Por un lado, se agradece que haya huído de la obviedad facilona; por otro, queda por ver la capacidad de la canción como grower, que de momento queda en duda. Su nueva apuesta por el r’n’b de corte futurista sin quedarse en su zona de confort es digna de alabar, pero su capacidad para empatizar queda en el aire.