Ni un premio Goya a mejor actor revelación ni sus papeles protagonistas en dos series de éxito en todo el mundo, Narcos y Marte, han dejado en Alberto Ammann rastro de soberbia en su forma de ser. Al contrario, la humildad y cercanía del actor argentino –criado a caballo entre España y el país sudamericano– resultan más que evidentes en cuanto le estrechas la mano y cruzas dos palabras con él. “Mis padres me decían que mantuviera los pies en el suelo, y a veces cuesta. Es bonito recibir cariño y comentarios triunfalistas, es como gasolina. Pero decidí tomar un rumbo concreto en mi carrera, y ahí sigo, prueba y error…”. Ese camino profesional que comenzó nueve años atrás con su papel protagonista en Celda 211, aunque con altibajos –“siempre pienso que si no me sale bien lo próximo, no pasa nada”–, le ha llevado a interpretar a uno de los personajes LGTB más conocidos de la ficción actual internacional: Pacho Herrera, el capo del cártel de Cali que aparece en la famosa serie sobre narcotraficantes de Netflix. “Para mí ha sido un privilegio maravilloso interpretar a Pacho. Cuando me lo ofrecieron quise evitar entrar en el estereotipo de personaje gay. Por eso jugué mucho a la ambigüedad, con cierto refinamiento, un gusto por la estética dandy…”. Y así llegó una de las escenas más aplaudidas de Narcos: su beso con otro hombre durante un sensual baile al ritmo de Dos gardenias. “Ese momento fue muy gratificante para mí. Hay una declaración de intenciones del personaje con la que da un golpe en la mesa en una sociedad machista, y no salta ni dios”. De manera involuntaria en este caso, pero completamente agradecido, Ammann ha contribuido a la visibilidad y a la rotura de estereotipos del colectivo LGTB en una sociedad aún llena de prejuicios.
“La identidad de género es una cuestión muy importante que debe respetarse y reconocerse”
Su compromiso continúa en la actualidad con la programación del Teatro de las Culturas, uno de los nuevos proyectos –y sueños– que ha emprendido junto a su pareja, la también actriz Clara Méndez-Leite. “La idea de montar este teatro y una escuela de interpretación nace de un interés más romántico, alejado del concepto de negocio. No conozco a nadie que tenga una sala off y se haga rico”. Entre las obras que se representan durante el mes de febrero en este espacio se encuentra Nueva ciudad, una función –de la compañía vasca Karrika– enfocada al público infantil, en la que se tratan temas como la identidad de género o la realidad de las personas sin hogar. “La pérdida de valores que estamos viviendo como sociedad afecta a los niños, por eso es necesario dar espacio al desarrollo de la empatía”. Y el teatro es un lugar idóneo para establecer un primer contacto con conceptos, términos y emociones que lamentablemente no tienen voz en otro tipo de escaparates. “La identidad de género es una cuestión muy importante que debe respetarse y reconocerse. Una realidad que debe tomarse con ligereza, porque no pasa nada. A fin de cuentas, lo que queremos los seres humanos es bastante básico: ser felices, que nos dejen serlo, expresarnos con libertad, respeto, reír, trabajar en lo que nos gusta, formar una familia sin importar cómo o con quién… Pero el problema es que estamos ocupados en cosas que no tienen nada que ver con la felicidad”.
El equipo del Teatro de las Culturas: Olaia Pazos, Alberto Ammann y Clara Méndez-Leite
Al igual que Nueva ciudad, el resto de proyectos que alberga –y albergará– el Teatro de las Culturas cuenta con ese carácter común: el compromiso artístico con el que, tanto Alberto como Clara, pretenden apoyar los valores que siempre han defendido. “Creemos que la diversidad siempre es enriquecedora para las relaciones humanas, por eso contamos con historias sobre sexualidad y queremos dar espacio a las mujeres: actrices, dramaturgas, directoras… También tenemos un proyecto con siete actrices afroamericanas –Para nenas negras– que versa sobre diferentes asuntos sociales. La verdad es que el teatro siempre ha sido plural. Chéjov era ruso, Shakespeare inglés… ¿Acaso eso no es diversidad?”. Esta vena solidaria le viene a Ammann de familia. Sus padres fueron miembros fundadores del Partido Humanista de Argentina e incluso su padre fue candidato a la presidencia en dos ocasiones. “Me he criado correteando por debajo de las mesas de los bares donde celebraban reuniones políticas, ellos siempre me han hablado con mucha claridad, y de ahí nace mi interés por la economía política”. De hecho, su forma de pensar queda manifiesta solo con echar un vistazo, por ejemplo, a su cuenta de Twitter. “Hay gente que cree que debería callarme la boca y dedicarme a actuar. Les molesta que muchas personas puedan escucharme. Yo no considero que por ser alguien conocido tenga la obligación de expresar mi ideología política, es simplemente una decisión personal”.
LA OBRA NUEVA CIUDAD SE REPRESENTA LOS DOMINGOS, HASTA EL 25 DE FEBRERO, EN EL TEATRO DE LAS CULTURAS DE MADRID (C/SAN COSME Y SAN DAMIÁN, 3).