Posiblemente, fue el hallazgo arqueológico más importante del siglo XX, pero el tesoro de Tutankhamón descubierto por Howard Carter en 1922 jamás fue expuesto en su conjunto.
La mayor parte de las 5.300 piezas encontradas llevan más de tres décadas sin ver la luz por dificultades en su conservación, y hasta la pieza más conocida, la máscara del faraón, dejó de ser prestada por el estado egipcio hace bastantes años. Aunque los más de 1.500 objetos aquí presentados sean todos réplicas de los originales –con unos acabados prácticamente idénticos, algunos bañados en auténtico oro–, esta es una oportunidad única para empaparse de la belleza de uno de los periodos más fértiles del arte egipcio: el fin de la XVIII dinastía, de la que este faraón niño (murió a los 18 años) fue el último miembro.
La exposición está dividida en tres segmentos claros: el primero, es una antesala y un vídeo documental sobre la ubicación y el descubrimiento de la tumba, y la historia de sus descubridores. Incluida la posterior leyenda popular sobre la maldición que acabaría con algunos de ellos. La segunda parte permite ver las cámaras tal y como fueron halladas: la antesala, la sala del sarcófago y la sala del tesoro aparecen copiadas al detalle de las fotografías que Harry Burton, fotógrafo oficial de la expedición, sacó en el momento de su descubrimiento. Fue la primera vez que el rigor arqueológico permitió documentar todo lo encontrado, como se hace ahora.
La cámara del sarcófago es la única reproducida tras la intervención de Carter, cuando despiezó las tres capillas de madera dorada que cubrían y sellaban la tumba y comenzó a sacar uno a uno los diversos sarcófagos de su interior. El resto de la exposición muestra en varias salas los objetos encontrados: las tres capillas doradas, la tumba de granito y los tres sarcófagos de oro del faraón, sus joyas y buena parte de los tesoros y el ajuar que lo acompañarían en la otra vida.
En ella descubriremos las posibles causas de su muerte (una infección en la rodilla que lo volvió cojo), su afición temprana por la caza, los cadáveres momificados de sus hijas nonatas –murió sin descendencia– y su dormitorio real. También sandalias y bastones con sus enemigos nubios y orientales reproducidos en ellos, para pisarlos permanentemente o tenerlos en el puño. Las cajas del maquillaje con el que se pintaba los ojos, su joyero y los abanicos de plumas con los que se daba aire. Obvio que todo esto resulta muy interesante, independientemente de lo travesti faraónica o audaz guerrero imperial que seas.
Si quieres saber aún más sobre este fascinante tema, el Dr. Zahir Hawass impartirá en Madrid una conferencia el próximo 1 de febrero, en la que este famoso egiptólogo revelará sus últimos descubrimientos sobre el Valle de los Reyes.
Tutankhamón. La tumba y sus tesoros se puede visitar hasta el 19 de abril de 2020 en el Espacio 5.1 de IFEMA (Avda. del Partenón, 5 · Madrid). Más información y entradas en www.tutankhamonlaexposicion.es