“Tenías un papel… especial”. Ahora resulta que interpretar a una lesbiana que se enamora de una mujer trae consigo una etiqueta que se sale de lo común. En 2016, y en Mediaset. Al menos eso deducimos de la conversación entre Fabiola y Carolina Cerezuela en el estreno de la segunda temporada de Mi casa es la tuya, el programa de entrevistas de Bertín Osborne.
Si ya de por sí nos encontramos ante un guion rancio donde los hombres hablan de sus batallas y las mujeres de criar a sus hijos, fue llegar al papel lésbico de Cerezuela en Hospital Central y empezar a perder fluidez. En sustitución, un intento imaginativo por recordar sinónimos y obviar toda la terminología LGTB. Una, que se intenta apuntar el tanto y acaba haciendo el ridículo. “Que además era una época en la que no se veía con tanta naturalidad una relación en televisión”, balbucea la venezolana. ¿Qué tipo de relación? ¿Homosexual, lésbica, incluso gay, tal vez? Andan tachadas de su diccionario.
La actriz intenta desdramatizar en cada respuesta, desviando la atención autoproclamándose pionera en este tipo de escenas a través de la pequeña pantalla. Pero no cuela, entre cada silencio incómodo y pudoroso anda flotando una incipiente homofobia.
“Tú crees que eso ayudó a normalizar un poco una… una… una relac… unas relaciones que hasta ahora parecía que estaban medio… vetadas”. A Fabiola se la atraganta la temática y no tiene más saliva que tragar. Por cierto, resulta bastante surrealista hablar de visibilidad cuando lo que realmente parece prohibido es llamar a las cosas por su nombre. Qué pereza y qué bochorno.
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