FOTO: Miguel Ángel Fernández
Christian Escuredo no se asusta de nada; al contrario, está encantado con todo lo que conlleva su personaje. Adam –Felicia cuando se traviste– es una loca pizpireta, hiperactiva, musculoca y exhibicionista que ama a Madonna sobre todas las cosas, y aprovecha cada ocasión posible para demostrarlo.
Se ha entregado en cuerpo y alma a la experiencia. “Es muy frívolo, aunque al final se ve que es buen tío. Y en esta gran fiesta gay él es quien más la vive. Le encanta el postureo, y lo vende bien”. Y tanto, porque a Adam le encanta presumir de –su esculpido– físico, y a las mínimas de cambio se despelota todo lo posible.
Christian cuenta que él de pudor, cero. Y menos ahora que se ha trabajado a conciencia su cuerpo para dar la talla. Aunque a él se gustaría estar aún más mazado… “Estaba más tocho, pero con los ensayos he perdido algo de peso. Me pasaba la vida en contacto con mi entrenador, para que me motivara. Porque los últimos meses han sido duros. Me tenía que levantar a las siete para entrenar, y a las once de la mañana ya estaba ensayando”.
No se queja, porque ya llevaba meses de sacrificio en el gym sin ni siquiera saber si el papel sería suyo. “Estaba en el musical Sonrisas y lágrimas, y cuando acabó me vi en bragas. Cuando me enteré de que se iba a montar Priscilla enseguida supe que quería interpretar a Adam, porque nunca había hecho algo tan distinto a todo, ni tan exagerado”. Se metió al gimnasio a lo bestia durante seis meses y llegó a los cástings con el físico requerido. “Es algo que proyecté y conseguí”.
En su afán por hacer al personaje lo más creíble posible y encontrar su verdad completa, también se curró por su cuenta la faceta de drag. “Observé mucho a gente de mi entorno y me entrevisté varias veces con una drag de Ponferrada que se llama La Canalla, que se ofreció a abrirme su casa y su vida”. En su primera experiencia con plataformones, asegura que los vertiginosos cambios de vestuario –en total se utilizan más de 500 trajes– y maquillaje –los actores utilizan máscaras especiales a partir de moldes personalizados– suponen el mayor desafío para los nervios de todo el elenco.
El exhibicionismo físico que exige el papel lo lleva muy bien. “En otras obras he tenido que hacer desnudos integrales, y quizá siendo más joven esos sí me costasen un poco más, pero lo que me exige Adam no me cuesta nada. Los trajes de Felicia son exuberantes y también enseñan mucho, y está bien, porque a mi personaje le encanta provocar”.
Montado como Felicia, Adam vive uno de los momentos más dramáticos de la función: su desafío a un grupo de pueblerinos retrógrados termina en paliza. «Es duro de ver y de interpretar, y se lo ponemos delante a la gente. Porque aunque Priscilla habla principalmente de felicidad, de amor y de amistad también se tratan cuestiones como la discriminación y la homofobia».
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Hablamos en exclusiva con Christian Escuredo a pie de escenario. Atento a su visión de ‘Priscilla, Reina del Desierto, el musical’.