Acoso y derribo. El colectivo LGTB en Liberia está sufriendo persecuciones y ataques después de que la Iglesia le haya culpado de la epidemia de ébola que azota el país africano. Hace pocos meses, una reunión de la cúpula cristiana entre la que se encontraba el arzobispo de Monrovia, dilucidó que el «homosexualismo» era una de las causas por las que Dios había desencadenado esta «plaga» fruto de su enfado.
Uno de los más conocidos activistas de la región, Leroy Ponpon (que ha de ocultarse desde que la prensa local publicara su foto), denuncia que desde que se produjeron estas afirmaciones, “la violencia hacia los homosexuales se ha intensificado. Incluso están pidiendo la pena de muerte. Vivimos con miedo”. Los informes que maneja Amnistía Internacional sobre ataques y amenazas a los homosexuales son múltiples, hasta el punto de que muchos de ellos se han visto obligados a abandonar sus casas y vivir en la clandestinidad.
Hay que recordar que en Liberia las relaciones homosexuales están prohibidas desde que, en 2012, el Senado votase de forma unánime para cambiar su constitución. La propia presidenta del país, Ellen Johnson Sirleaf, ganadora del Premio Nobel de la Paz, se mostró contraria a variar esta decisión. Se descalifican ellos solos.
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