Ya lo dice Karina: “Cualquier tiempo pasado nos parece mejor, volver la vista atrás es bueno a veces, mirar hacia delante es vivir sin temor”. Buscamos en el baúl de los recuerdos y retrocedemos algo más de dos décadas.
Año 1990. Aaron Spelling estaba a punto de producir el culebrón juvenil recordado por todos los que ya no son tan jóvenes. Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210) irrumpía con una tremenda fuerza en las pantallas de medio mundo, y con ella su atractivo protagonista. Ojos azules, melena imperturbable y cara de no haber roto un plato (al menos de no haber sido descubierto). Sí, aún nos acordamos de Jason Priestley, aunque queremos perpetuarnos en el pasado para que no se nos caiga el mito.
Nacido hace 45 años en Vancouver (Canadá), comenzó su carrera a finales de los 80 con varias apariciones en series y telefilmes. Pero no sería hasta que encarnó a Brandon Walsh en la ya mencionada Sensación de vivir cuando se catapultaría a los medios de comunicación. Ídolo de adolescentes, su imagen ocupaba portadas y todo lo que tocaba lo convertía en oro. Tal era su magnetismo que su novia en la ficción, Christine Elise, mantuvo un romance con él entre 1992 y 1997. Por aquel entonces tuvo la ocasión de debutar como director en la serie, que abandonó en la octava temporada antes de que desapareciese en el año 2000, tras bajar considerablemente su audiencia.
Más allá de su carrera televisiva, intentó labrarse un futuro cinematográfico que nunca le volvió a reportar el mismo éxito. Su papel más destacable lo desempeñó en Amor y muerte en Long Island, donde, por cierto, era objeto de deseo de un señor mayor. Mención especial también para Die Mommie, die, donde Priestley seduce a un niño en una escena que habla por sí sola.
¿Qué hace ahora con su vida y qué aspecto tiene Jason Priestley? Descúbrelo pasando página
Apasionado del mundo del motor, sufrió un terrible accidente en el circuito de Kentucky, y a punto estuvo de no volver a caminar. Desde entonces, sus esfuerzos se han concentrado en triunfar detrás de la cámara y publicar su primer libro: Jason Priestley, A Memoir, un mar de anécdotas para todos los nostálgicos que se hipnotizaron con él cuando todavía era imberbe.
Nosotros, pese a que comienzan a aflorar los kilos y las patas de gallo, tuvimos siempre un hueco en nuestro corazón para Jason. El suyo es compartido con la maquilladora Naomi Lowde, sus incontables perros y las excursiones con su caña de pescar. Karina tenía razón.
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