Visita del Papa Francisco a Estrasburgo. La noticia no parece tener mayor trascendencia, hasta que irrumpe en escena la vicepresidenta del Parlamento Europeo, Ulrike Lunacek. La austriaca, abiertamente lesbiana y representante del Partido Verde en su país, llevaba una bufanda con los colores del arcoíris que entregó a su Santidad cuando ambos se saludaron.
La prenda, tejida por indígenas ecuatorianos y aceptada de buen grado por el Papa, volvió a demostrar el compromiso de Lunacek con los derechos LGTB. Además, también se le entregó un escrito donde se expresa la preocupación por la “continua condena de la homosexualidad” y el papel de la mujer en cuanto a sus “libertades personales, los derechos reproductivos y su lugar en la Iglesia”.
El Papa, que durante su discurso no mencionó tema alguno relacionado con la homosexualidad, sí ha repetido en diversas ocasiones que no es nadie para juzgar al prójimo por su condición sexual. Bonito gesto.
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¿Verdadero o de cara a la galería?
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