Las batallas no siempre tienen un final feliz. Giniveth Soto, abiertamente lesbiana, había luchado toda su vida por los derechos del colectivo LGTB hasta que un disparo en la cabeza terminó con ella. Se estaba resistiendo al robo de su vehículo.
Venezolana y psicóloga de 32 años, se casó en Argentina con su pareja, con la que también había tenido un hijo –de nombre Salvador– gracias a la implantación de un óvulo en el vientre de su compañera. Su país había rechazado que su unión matrimonial fuese válida y, como consecuencia de ello, se negaba a otorgar al pequeño los apellidos de sus dos madres en la partida de nacimiento.
Soto era famosa por su activismo en Venezuela, donde intentó por todos los medios que se reconociesen los derechos de las familias homoparentales y se diese luz verde al matrimonio homosexual. Descanse en paz.
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