¿Cazarías al gay de QQCCMH?

Temas: Televisión

¿Sonrisa perfecta o forzada?

Tan perfecta que no sabes si creértela. Uno puede quedarse hipnotizado con sus dientes de marfil o pensar «¿Será una marioneta a la que dos hilos le estiran la mandíbula constantemente?». El secreto reside en que se la lava cuatro veces al día. Y cuidado, como no estés a la altura y eches fuego por la boca, al infierno que vas. Lo que es seguro es que no dejará a nadie indiferente con sus destellos. Los que sean sensibles a la luz, que preparen las gafas de sol.

¿Diplomático o incoherente?

Aspectos de su carácter no parecen tan blancos y trasparentes. Su madre, ex concejala del PP, parece tener cierta influencia sobre el chico, pero cuidado que no acaba de decantarse por ninguna ideología. Se declara «de derechas», pero cree que todo el mundo debería ser apolítico y le gusta Podemos, ¡vaya follón! Eso sí, en cuanto a la corona no tiene dudas: «Soy #Juancarlista, viva la monarquía, discuto con todo el mundo porque todos quieren una anarquía». Olé.

¿Iluso o romántico?

Todos le rompen el corazón. Su madre le avisa, pero él vuelve a caer permanentemente en el error. Cuando ve a un chico que le gusta, se enamora sin miramientos, y pierde el control de su cuerpo, que no de su sonrisa. Eso sí, el que le secuestre y le meta en una avión y le pida matrimonio en París, se lo lleva. Sandro lo describe con total claridad a través de una onomatopeya: “fú”. Así pasa, que aparece un chico que ya conocía del certamen de Mr. Gay, y otra vez a sonreír sin fin.

¿Seguridad o chulería?

Parece claro que está encantado de conocerse. Cuando intenta añadirle tintes dramáticos a su vida, no acabamos de empatizar con él. “Mis chicos son todos de fuera, así me va, como el culo”, comenta divino de la muerte. Claro, Sandro, es que lo quieres hasta con dinero,  yate y una característica casi inaudita, a juzgar por el estupor de su grupo de amigos: una carrera universitaria. Mucho pedir.

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