Escándalo. La manta del secreto de sumario en el caso de los curas de Granada y sus prácticas sexuales con menores se ha destapado, y con ella, una serie de nombres y delitos de abuso y exhibicionismo que pueden manchar el nombre de la Iglesia hasta límites insospechados.
El juez Antonio Moreno, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Granada, considera que los hechos denunciados por cuatro jóvenes pueden suponer infracciones penales para el denominado clan de los ‘Romanes’, diez curas y dos seglares que habrían participado de las agresiones y encubierto las mismas. En el auto, se señala un chalé de la Urbanización Los Pinillos, de Cenes de la Vega, como el lugar donde “ocurrirían los hechos más graves y relevantes penalmente”. Román Martínez Velázquez de Castro, el ‘jefe’ del grupo, tenía entre sus aficiones intentar “introducir su miembro viril en el ano” de las víctimas.
No obstante, el juez advierte de la posible prescripción de alguno de los delitos en el ámbito penal, no así en el eclesiástico. La Santa Sede obliga a actuar ante este tipo de abusos contra menores (el primer denunciante asegura haber sufrido masajes, tocamientos y masturbaciones entre los 14 y los 17 años) ya seas autor o testigo. De momento, el Arzobispado no se ha pronunciado, pero la sombra de la limpieza de la Iglesia parece ser cada vez más oscura, turbia y alargada.
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