Adictos al músculo

Vale que a todos nos gusta cuidarnos e ir al gym, sobre todo al colectivo gay, pero todo tiene sus límites y su justa medida. Cada vez más jovenes españoles sufren vigorexia, o trastorno de dismorfia muscular, un desorden emocional donde las características físicas se perciben de manera distorsionada, al igual que les sucede a […]

30 enero, 2015
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Vale que a todos nos gusta cuidarnos e ir al gym, sobre todo al colectivo gay, pero todo tiene sus límites y su justa medida. Cada vez más jovenes españoles sufren vigorexia, o trastorno de dismorfia muscular, un desorden emocional donde las características físicas se perciben de manera distorsionada, al igual que les sucede a los que padecen anorexia, pero en este caso el sujeto siempre se ve más delgado y menos musculado de lo que en realidad es.

Adictos al músculo

A todos los que vamos al gimnasio nos ha pasado alguna vez, nos miramos al espejo y vemos que aún queremos más… Pero no te preocupes, esto no garantiza que seas vigoréxico, sencillamente es que uno nunca es el mejor juez de sí mismo. Pero presta atención si comienza a volverse una obsesión: priorizar el gimnasio por encima del trabajo, la familia y los amigos; supeditar tu aspecto físico al resto de tu vida; obsesionarse con dietas; medir tus musculos a diario; pesarte; hacerte mil selfis; e incluso, no dudar en usar hormonas o anabolizantes para conseguir esos músculos, estos son algunos síntomas que indican que empiezas a estar obnubilado por tu cuerpo.

Adictos al músculo

«Los vigoréxicos tienen una imagen distorsionada de sí mismos, se ven siempre diminutos y esto les lleva a obsesionarse con ganar músculo y volverse adictos al ejercicio físico», señala la psiquiatra Ana García, de la Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña (Abac), donde también atienden a este tipo de pacientes.

El principal problema de la vigorexia es que suele pasar desapercibida: «Es muy difícil detectar que una persona tiene este problema porque estamos en una sociedad que promueve el ejercicio físico, porque es cierto, es saludable, pero a veces resulta complicado ver la frontera entre lo saludable y la patología», señala García, que da las claves para saber cuándo hacer ejercicio se ha convertido en algo más que eso: «La clave está cuando ir al gimnasio interfiere en la vida personal, cuando alguien empieza a no quedar con sus amigos, a faltar al trabajo por ir al gimnasio», señala esta psiquiatra, y añade: «No se trata tanto de la cantidad de horas que van al gimnasio sino de los efectos que tiene en su vida cotidiana».

Adictos al músculo

La vigorexia es un trastorno reciente, el psiquiatra Harrison G. Pope, de la Harvard Medical School de EE UU, acuñó el término en 1993 tras hacer un estudio en el que comprobó que el 10% de los hombres que acudían al gimnasio podían sufrir un trastorno obsesivo por sus músculos.

Patología que aún está sin catalogar, pero que comparte sintomatología con otras muy estudiadas: «Al igual que en trastornos de alimentación como la anorexia, estos pacientes tienen distorsionada su imagen y también tienen rasgos propios de trastornos de conducta», señala Ana García, que asegura: «Son gente muy preocupada por la imagen, por el estado físico, obsesivos, narcisistas y que, en muchos casos, han sufrido episodios de baja autoestima a lo largo de su vida».

Adictos al músculo

Los expertos reconocen que el consumo de esteroides y anabolizantes es habitual entre los deportistas de gimnasio, lo que es relativamente preocupante, salvo en el caso de los vigoréxicos, que pueden alcanzar niveles de consumo altamente peligrosos. La Asociación Española para el Estudio del Hígado alertó este mes de que el número de hepatitis causadas por el consumo de anabolizantes se triplicó en los últimos tres años.

Adictos al músculo

Una vez detectado el trastorno, el siguiente paso es pedir ayuda. «Es preciso un tratamiento integral», resalta la psiquiatra Ana García. Una de las primeras actuaciones es cambiar su dieta. «Tenemos un comedor terapéutico y lo ideal es que vengan aquí para localizar sus preferencias y aversiones». Otra acción es la terapia psicológica, que puede acompañarse de tratamiento con medicamentos si hay alguna otra patología añadida como la depresión o el insomnio.

Adictos al músculo

«Lo ideal es que, con el tiempo, estos pacientes puedan volver a ir al gimnasio. Al principio se les dan unas pautas para volver a hacer ejercicio y lo hacen, pero de forma muy controlada», indica García. «Pero no todo el mundo lo consigue. Es como ocurre con el alcohol, ¿cuándo pueden volver a probarlo? Hay quien nunca lo consigue».

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