Jamal y Michael en Empire
No es de extrañar que el abiertamente homosexual Lee Daniels, director de Precious, haya mimado por encima de todo al personaje gay de Empire, serie musical en torno al hip hop de la que es uno de sus principales cerebros. De la ambiciosa familia Lyon, Jamal (Jussie Smollett) aparece retratado como el más sensato, talentoso, sensible y, por supuesto, el menos conflictivo de los tres hermanos que se disputan el imperio discográfico de un padre (Terrence Howard), que se refiere a la homosexualidad de su hijo como una ‘opción’ a la que podría renunciar. El personaje de Jamal es una concesión a lo políticamente correcto que peca de incauta –en las antípodas de otros personajes negros y gays que vimos en, por ejemplo, The Wire o True Blood–, como tópica puede llegar a ser su relación con el hispano Michael (Rafael de la Fuente), un novio accesorio que, por el momento, no cuenta con más papel que el de hacerse el celoso.
Joven, guapa y encantadora, en la pareja interracial que forman Jamal y Michael no caben más eslóganes en favor de la diferencia y la integración, pero su historia de amor no es por bien intencionada menos interesante. Es la manera más amable que Daniels ha encontrado de visibilizar la homosexualidad en un mundo tan reticente a aceptarla como es el del hip hop –que se lo pregunten a Frank Ocean– y de entregarla en bandeja al gran público estadounidense para que discuta sobre el tema en su casa a la hora de la cena.
Patrick, Richie y Kevin en Looking
Entramos en terreno pantanoso no apto para espectadores impacientes. Oficialmente, la historia en torno a Patrick, interpretado por Jonathan Groff –a quien entrevistamos con motivo del estreno de la serie–, no debería computar como pareja, pues este no deja de columpiarse entre Kevin (Russell Tovey) y Richie (Raúl Castillo) en la segunda temporada de Looking, pero tampoco como trío. El suyo es un triángulo amoroso clásico, de todo menos equilátero, que podría resumirse de la siguiente manera: geek informático conoce a latino peluquero, pero los prejuicios culturales –y clasistas– torpedean su relación. Mientras tanto, el geek se deja engatusar por su jefe, un británico de acento encantador con una pequeña tara: tiene novio.
Algo nos dice que el espectador ya ha elegido con quién debería quedarse Patrick el resto de su vida, pero nos tememos que a él le va a costar unas cuantas temporadas decidirlo. Espabila, Patrick.
Sarah y Tammy en Transparent
Por si una serie sobre un padre de familia jubilado que decide salir del armario como transexual y vivir como la mujer que es no fuera lo suficientemente rompedora –además de fascinante, conmovedora y necesaria–, Transparent añade a la ecuación familiar una hija, Sarah (Amy Landecker), que se nos presenta como heterosexual, casada y madre de dos críos. No tardamos en enterarnos de su pasado lésbico, que ha vuelto para quedarse en forma de Tammy (Melora Hardin), una ex novia de la universidad que se cruza por segunda vez en su vida para ponerla patas arriba. Sarah, animada por el ejemplo de su padre, decidirá vivir su sexualidad plenamente, renunciar a su papel de mujer florero y recuperar el esplendor junto a Tammy, aunque eso le cueste algún que otro disgusto.
Ian y Mickey en Shameless
El militar y el quinqui. Nadie dijo que la vida en los suburbios de Chicago fuera fácil para dos adolescentes gays. Más que una historia de amor imposible, la de Ian (Cameron Monaghan) y Mickey (Noel Fisher) vendría a ser el típico caso de ‘ni contigo ni sin ti’, solo que en clave homosexual. Sí, ambos son hombres fuera de cualquier esterotipo gay y viven en un entorno marginal, lo que convierte a esta pareja en la menos convencional –y más pasional– de las que figuran aquí. Da igual que aquellos primeros polvos clandestinos dejaran paso a la ira incontrolada y la supuesta aceptación de sus identidades sexuales, en cada nuevo capítulo ellos se encargan de que todo vuelva a saltar por los aires.
Ya sea casándose con una mujer, dedicándose al porno, buscando el cariño negado en brazos de otros hombres o peleándose a puñetazo limpio, Ian y Mickey se las apañan para que su relación imposible salga adelante cueste lo que cueste. Eso sí, a su favor juega que cuentan con las escenas de sexo más morbosas que hemos visto en tiempo. Para muestra, un botón:
Henry y Lance en Cucumber
¿Pero es que todos los personajes gays de la televisión actual tienen que tener menos de 40 años? No en Cucumber, la nueva comedia inglesa de Russell T. Davies, creador de Queer As Folk, la mayor serie de culto gay que recordamos. Cucumber –el título es una referencia más que obvia a un pene en erección– gira en torno a Henry (Vincent Franklin) y Lance (Cyril Nri), una pareja cercana a los cincuenta cuya relación de nueve años comienza a languidecer. Es el único producto de ficción –salvo, quizá, la reciente El amor es extraño de Ira Sachs y la serie Vicious– que se atreve a posar su mirada en los problemas de una pareja de homosexuales de mediana edad. Y eso que sus vidas están repletas de interesante material dramático, a veces tan sensible como la falta de pasión o los problemas de convivencia. En definitiva, es como ver a los personajes originales de Queer As Folk veinte años más viejos haciéndose un hueco en la era de Grindr.