“He vivido muchos momentos trascendentales en mi vida política, y este está entre los 5 más importantes”. Decir Guillermo Fernández Vara es decir Extremadura. Y decir Extremadura es clamar a favor de la igualdad y la diversidad en materia LGTB. El último éxito de la región ha sido la histórica Ley de Igualdad Social de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgéneros, Transexuales e Intersexuales, aprobada por unanimidad en su Parlamento hace unos días. Su magnitud es pionera y emocionante a partes iguales.
Eso sí, el secretario general del PSOE en la comunidad autónoma afirma que el hecho no es consecuencia de un trabajo de pocos meses, sino que se llevaba trabajando desde el año 95 en el asunto gracias a las organizaciones Extremadura Entiende y Fundación Triángulo. “No puede existir una ley si no está precedida de mucha siembra”, porque “sin el fondo que existía de conciencia social esto no hubiera sido posible”, explica. Estamos de acuerdo.
Nos encontramos ante el documento legal más completo que ha visto nuestro país en lo que se refiere al colectivo gay. Si algo está claro, es que tenía que “canalizar toda la sociedad independientemente de su condición sexual”. Así, no solo regula los ataques homófobos como delitos de odio, sino que abarca temáticas en las que no se había profundizado hasta ahora. “El gran éxito de la ley ha sido analizar con carácter previo dónde se producen todos los escenarios en los que pueda haber discriminación, y redactarlo para evitarlo”, confiesa el político.
No obstante, si nos ceñimos a la violencia física y psicológica, “que pueda haber sanciones administrativas en un escenario de incumplimiento de la ley aporta una novedad”. La Administración contempla compensaciones para las víctimas que van desde 3.000 hasta 45.000 euros, dependiendo de la gravedad con la que sean calificadas las agresiones. Primer factor diferencial.
Y como el César, además de serlo, tiene que parecerlo, la inclusión dentro del marco legal de la creación del Observatorio extremeño contra homofobia, lesbofobia, transfobia y bifobia tendrá el objetivo de que las propuestas no se conviertan en papel mojado. Será “una vacuna contra la ley para que se desarrolle tras aprobarla” y poder cumplir con lo establecido. Y es que, “lo importante de esta ley no está en su aprobación, ahora hay que hacer muchas cosas”, afirma Fernández Vara con esperanza.
Otro de los apartados destacados es el protocolo de atención sanitaria integral en casos de reasignación de sexo. Pese a que las ayudas ya existían, “lo que ha hecho la ley ha sido convertirlo en un derecho”. Abarcará el proceso desde la detección de manifestaciones de transexualidad, diagnóstico y tratamiento especializado con atención psicológica para poder ejecutar el procedimiento que sea requerido.
Tan sencillo como que “si somos iguales, somos iguales con todas las consecuencias”. Pero claro, hace 50 años, cuando al gay se le encarcelaba apoyándose en la modificada ley de vagos y maleantes del 15 de julio de 1954, era impensable que se pudiese caminar en esta dirección. En su artículo 6 se establecía un régimen de trabajo interno en una colonia agrícola, con la peculiaridad de que los homosexuales deberían ser encerrados en “instituciones especiales con absoluta separación de los demás”.
La historia y la discriminación por momentos han sido un solo concepto: “El colectivo gay lo ha pasado muy mal”, se lamenta. El propio Fernández Vara asegura que personas LGTB “venían a verme a escondidas para ver si les podía ayudar”, por lo que si de algo está satisfecho es de ver ahora en la tribuna del parlamento extremeño a “gente orgullosa de que en su región se haya aprobado esta ley, es emocionante”.
En lo personal, nuestro protagonista recuerda su primera batalla en este ámbito: “No podía ser que existiera una norma donde por querer a una persona de tu mismo sexo se te impidiera donar sangre”. Por supuesto, no se atribuye ningún mérito: “Se ha hecho un gran esfuerzo para que el protagonismo sea de todos”. Es más, puestos a destacar una figura, “ese es Víctor Casco, diputado de Izquierda Unida”, activista donde los haya.
Una única consigna: “Hay que seguir el camino que empezamos con la aprobación del matrimonio igualitario”. Y para ello, desde el Partido Socialista se plantean la meta de llevar al Congreso de los Diputados todos los avances sociales que haya a nivel regional. De momento, el programa electoral que encabeza incorpora el Plan Integral de Igualdad LGTB, que tiene la intención de desarrollar lo ya establecido. La creación del Observatorio, consolidar el servicio plural, aplicar medidas por la igualdad y la diversidad en el ámbito educativo, familiar y de juventud, o poner en marcha de campañas públicas contra la homofobia forman parte de su propuesta. Por si fuera poco, también pretende crear la red de pueblos extremeños contra la homofobia y el centro extremeño de documentación y memoria histórica LGTB, como “referencia donde se cuente cómo lo ha pasado el colectivo LGTB en los últimos 50 años en España”.
¿Y por qué nos hemos encontrado este oasis en medio del desierto? En Extremadura son así. Solo ha sido posible llegar a un acuerdo tan importante porque “tenemos muy claro que no se puede imponer nada al de al lado”. Si algo tienen presente en la región, independientemente de la ideología, es que “lo colectivo está por encima de lo individual”. Valga como ejemplo, enhorabuena.