Harto de que sus hijos sean agredidos física y verbalmente en la escuela por la condición homosexual de su padre, este ha decidido colgar un vídeo en la red para intentar concienciar a los padres de otros niños de las consecuencias que tienen la mala educación y el poco civismo que inculcan a sus hijos, al no formarles en la tolerancia y el respeto a la sexualidad de otras personas.
Joshua Alameda Franklin, de Puna, Hawaii, grabó este vídeo en el que participan sus hijos. En él mantiene varias conversaciones acerca de sus experiencias en la escuela y las agresiones de las que son víctimas continuamente.
Los niños cuentan que les llaman gays, retrasados y maricones, por el simple hecho de que su padre sea homosexual. El padre incluso afirma haber sido testigo de los insultos en presencia de un maestro que no hizo nada para impedirlo.
Por desgracia, los niños cuentan que a veces las agresiones verbales acaban convirtiéndose en agresiones físicas.
Alae, el hijo mayor de Franklin, de 10 años, relata cómo fue golpeado tras enfrentar un ataque verbal en el que tachaban a su padre de maricón: «Sí, no hay nada de malo en eso». Tras estas palabras, el chico recibió varios puñetazos por parte del agresor.
Se trata de comportamientos de rabia y odio. Un odio que seguramente los niños ni siquiera entienden, solo absorben lo que sus padres les dicen, sin razonar si esto está bien o mal, o si sus progenitores llevan razón. Una serie de prejuicios y educación en la intolerancia que tienen graves consecuencias en la vida diaria de otros menores.
“Traté de alejarme de este niño, pero se echó encima de mí y golpeó mi cara contra un poste dejándome un ojo morado”, cuenta Alae. Que tuvo que cambiar de escuela de primaria debido a la intimidación, pero el acoso parece continuar en su nueva escuela. Al parecer, no se trata de un problema del centro sino de un estigma social que tiene que cambiar, y está en la mano de sus padres y educadores. Por este motivo, Franklin ha querido que muchos padres conozcan de primera mano lo que sufren sus hijos, para que se pongan en su piel y piensen cómo se sentirían si fueran los suyos los que vivieran este infierno.
Joshua, el hijo menor de Franklin, de 9 años, ha experimentado situaciones similares con menos frecuencia, alguien lo llamó gay y le hizo frente: «Yo sabía que iba a provocar una pelea”, dice con determinación a la cámara, “pero no estaba dispuesto a dejar que insultaran a mi padre. Tras contestar al agresor, intenté alejarme del lugar, pero me agarro por el cuello y me lanzó al suelo”.
De momento, Franklin ha decidido tener a sus hijos en casa en la modalidad homeschooling. Según él, las reacciones de la escuela y la asociación de padres de alumnos han sido hacer oídos sordos a los ataques que sufren sus hijos, unos hechos que no está dispuesto a que se sigan cometiéndose con total impunidad.
«La escuela se limita a decirle a los autores de las agresiones que deben ser más tolerantes, pero lo hacen sin tomar medidas y de una manera muy exclusiva. Este no es un problema de un alumno con mis hijos, es un problema de educación general y tolerancia, primero de sus padres y después de sus educadores, que no les transmiten los valores necesarios para que estos hechos no se produzcan”.
El director de comunicaciones del Departamento de Educación, por su parte, ha declarado que están abordando las cuestiones pertinentes del caso de Franklin para que los niños puedan regresar a la escuela pronto.