Fadi tiene un problema: sigue acostándose con quien él cree que es su enemigo, un chico que conoció en un club gay de Tel Aviv. Un grupo de jóvenes judíos que le fascinaron y que no es capaz de quitarse de la cabeza. El problema viene de su interior, sus creencias palestinas se contradicen con los nuevos sentimientos que le han suscitado estos encuentros con aquel muchacho.
Esta es la trama de uno de los protagonistas de Oriented, un documental sobre tres homosexuales palestinos viviendo en Israel. Una vida entre dos mundos, y un dilema interior entre lo que les manda el corazón y lo que dictan sus creencias.
La película se ocupa de las tensiones culturales enfrentadas a su homosexualidad, a través de la historia personal de tres palestinos y su vida en Tel Aviv.
Se trata de la primera obra del director británico Jake Witzenfeld, que sigue a estos tres chicos gays que nos cuentan la situación de los palestinos árabes que viven en Jope, Tel Aviv, una ciudad de Israel que se ha convertido en el enclave más gay y cosmopolita del país. Algo que pudimos comprobar en primera persona en su reciente celebración del Orgullo gay de Tel Aviv 2015.
Khader, uno de los protagonistas, es un activista palestino que vive con David, su novio judío. Naeem, otro de los palestinos, se siente seguro en la burbuja de tolerancia LGTB que ofrece Tel Aviv; un sentimiento que no comparten sus padres, que temen por él. Fadi, del que ya os hablábamos al inicio, está teniendo dificultades para conciliar su profundo nacionalismo palestino con su hábito de enamorarse de los israelíes en uniforme, algo que le ocurre demasiado a menudo: “Perdí la cabeza por un sionista, me enamoré de mi enemigo”.
Un documental que sigue la historia personal de estos palestinos durante 18 meses. Witzenfeld entró en contacto con ellos a través de su vídeo Qambata, que se difundió en Internet y las redes sociales y que tocaba este tema. Ahora, los protagonistas abordan en el documental algunos temas que aún son un tabú en el mundo árabe: la homosexualidad y la igualdad de género.
El director grabó el documental entre 2013 y 2014, cuando las tensiones entre Israel y Gaza empezaban a ser más pronunciadas, a la vez que una burbuja de libertad crecía de manera imparable en Tel Aviv.
“Estas son nuestras vidas, todo es siempre muy confuso”, dice Fadi. “Si hago algo por apoyar a Israel parece que no soy un buen palestino. Sin embargo, Tel Aviv se convierte en el lugar donde puedo expresar mi libertad en preferencias sexuales. Estas son las pequeñas cosas de la vida. Nunca quise venir a Israel y ahora me encanta, es un lugar agradable”.
No obstante, los protagonistas confiesan su temor a las reacciones tras el estreno de la película. Están preocupados por cómo van a reaccionar en casa, o incluso cómo lo van a tomar sus compañeros en Israel. Algo que ya percibieron en su vídeo viral en Internet, por el que algunos internautas les increparon con insultos como “putas gays”, “traidores” y “árabes judíos”.
“Creo que los palestinos están acostumbrados a ser las víctimas en las películas”, dijo Fadi. “Es muy difícil para ellos ver a una persona que se identifica como un palestino y que no sufre como ellos, y lo entiendo, no estoy comparando mi dolor al de un adolescente en Gaza. Pero han de entender que nuestra realidad también es posible”.
“Nuestro sueño es proyectar la película en los países árabes”, dice Naeem, “esa es la audiencia la que quiero llegar. El mundo árabe necesita cambios”.
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