Foto: Santi Burgos (El País)
“Tengo mucho miedo y no quiero salir de casa por si me vuelven a pegar”. María (nombre ficticio) es la joven transexual agredida hace unos días en un restaurante de comida rápida en el barrio de Tetuán, Madrid. Con el pánico que se puede entrever por su palabras, rompe su silencio para el diario El País y narra qué ocurrió aquella noche y cómo están siendo los días posteriores.
Un hecho tan habitual como quedar con tus amigas a tomar unas copas se iba a convertir en una pesadilla. Empezaba a amanecer, le entró hambre y se dirigió a la calle del Marqués de Viana. El resto ya es conocido: un cliente pronunció un “primero las señoritas” para dejarle pasar y acto seguido comenzarían los insultos por parte de unos individuos allí presentes. “Pero no ves que es un hombre, un maricón, un travesti…” , le soltó el agresor de 36 años, justo antes de que rematase su lamentable actitud con un puñetazo. El resto de los presentes, lejos de reprochar lo vivido, se lo tomaron con humor.
Patadas, tirones de pelo, ropa destrozada y lesiones en cabeza y costados. “Me levanté llorando y, como pude, llamé a la policía. Entonces, el que me atacó no paraba de decir: ‘Aquí nadie ha visto nada”, explica María. Ya con la policía en el local, el agresor “mantuvo una actitud de hombría, apoyado en un coche, y mientras les daba el DNI, seguía insultándome. Yo pregunté si no le iban a detener, pero los agentes no hicieron nada”, recrimina.
En un primer momento, la desconfianza en el sistema le hizo pensar en no denunciar, hasta que una amiga le puso en contacto con la asociación LGTB Arcópoli. Ese mismo día, se hizo con un parte de lesiones y se presentó en la Brigada Provincial de Información para denunciar el caso.
María está en paro, con problemas para mantener su piso y ahora con indicios de depresión a causa del ataque. “El daño físico lo sobrellevo, lo peor es el daño psicológico. Solo quiero llevar una vida normal, y más ahora que estoy conociendo a un chico. Esto está haciendo que me encierre en mí misma”, se lamenta.
¿Y el futuro? “Temo que haya represalias y que, como mi historia ya es conocida por el barrio, me vuelvan a pegar”, añade con tristeza. Desolador.