Sam Simons, de 36 años, y su amigo Santiago Figeuroa, de 20, habían reservado un viaje a casa a través del servicio de coche compartido Uber en Londres.
La pareja de peluqueros realizaba el trayecto desde el barrio de Chelsea al de Greenwich en la parte trasera del coche. En un momento del viaje, Figeuroa se desabrochó el cinturón de seguridad para enseñarle unas fotos del móvil, le rodeo con el brazo y le besó. Fue entonces cuando el taxista detuvo el coche y les espetó reiteradamente: “Un hombre no debe besar a otro hombre”, para, a continuación, expulsarles súbitamente del vehículo.
Simons aclaró al periódico London Evening Standard: “No es como si estuviéramos encima el uno del otro”, y asegura que solo fue un beso en los labios.
Un portavoz de Uber ha afirmado que se ha suspendido al conductor mientras se investiga el incidente: “Como empresa no toleramos ninguna forma de discriminación y hemos estado en contacto con este pasajero para ofrecerle nuestro apoyo. Uber se enorgullece de ofrecer la más alta calidad, el servicio más seguro y más cómodo, así que cualquier incidente en el que podamos fallar nos lo tomamos muy en serio”.
Ya ocurrió un incidiente similar con la compañía a principios de año.