Stan y Olli solo ponen como condición no separarse nunca. Desde que se conocieron en el zoo de Berlín, su interés por las hembras fue en claro descenso, por lo que el programa de reproducción en el que se les había incluido acabaría resultando fallido. Solo tienen ojos el uno para el otro. Ah, por cierto, se nos ha olvidado mencionar que estamos hablando de pingüinos.
Visto lo visto, los responsables de su bienestar han decidido excluirles del Programa de Conservación Europeo en el que se encontraban para trasladarlos al zoo Hagenbeck de Hamburgo y así puedan vivir juntos. Por cierto, allí les están esperando Juan y Carlos, otra pareja de pingüinos gays con la cual podrán entablar amistad. Su conducta, frecuente en la naturaleza con ejemplos como los virales leones de Botsuana, no es más que otra maravillosa demostración de un amor que no entiende de sexos.