Los de La Cubana no se apean del humor ni siquiera cuando hablan en serio. O supuestamente en serio: “Hicimos las maletas y fuimos a Londres y a Nueva York, a ver qué podíamos copiar. Volvimos saturados de Sondheims, de Lloyd Webbers, de Disneys y de Rodgers and Hammersteins… No sabíamos qué escoger. De repente, tuvimos una iluminación: ¿por qué no hacemos un musical inspirado en un clásico catalán? Nosotros somos de Sitges: ¿por qué no hacemos un Rusiñol? ¿Por qué no Gente Bien, un sainete muy divertido que precisamente este año celebra el centenario de su estreno?”, cuentan –no se sabe si en broma o como crítica– sobre qué se plantearon hacer tras sus sonadas Campanadas de boda. “Por suerte, el último montaje nos fue bien… Eso quiere decir que nos pudimos poner de seguido a trabajar en un nuevo espectáculo. Teníamos diferentes ideas, pero nuestros asesores, que son muchos y muy buenos, nos hicieron ver que debíamos cambiar de registro, porque últimamente los gustos del público estaban cambiando… Solo debíamos observar la cartelera de Barcelona. El público quiere musicales”.
Dicho y hecho. Cogieron la obra y se pusieron rápidamente a trabajar en la partitura de una opereta, que encargaron a Joan Vives. Desde el 29 de septiembre, Gente Bien, el Musical ha devuelto a la ciudad condal todo el glamour y savoir faire de una clase alta que llevaba años recluida, sin dejarse ver, como con miedo a mostrarse.
La Cubana es sinónimo de teatro. Y del bueno. Son ya muchos años –nada más y nada menos que desde 1980– con la compañía formada. Y la mejor escuela de teatro que puede haber para un actor es pertenecer a una compañía como las de antes, que tiene su propio repertorio y sello de identidad. Pero, además, La Cubana es sinónimo de pasarlo bien y de muchas risas. Cómeme el coco, negro, Cegada de amor, Una noche de ópera, Mamá, quiero ser famoso o Campanadas de boda dan buena fe de ello.
Ahora les toca reírse de la alta sociedad catalana, de la burguesía que nació en la Barcelona modernista de principios de siglo y que Rusiñol retrató en Gente bien, el Musical, un divertidísimo sainete que se estrenó en 1917 en el Teatro Novedades de Barcelona: “Hemos respetado al máximo el texto original, y hemos creado un viaje en el tiempo donde hacemos hablar a los personajes que creó Rusiñol en cuatro épocas distintas, descubriendo que la necesidad de aparentar no tiene fecha de caducidad”.
El argumento arranca con una familia que se enriquece en 1917 con la industria de la carne. Para intentar medrar entre la gente bien, el patriarca compra un título nobiliario falso. Su palacete se convierte en uno de los puntos calientes de la vida social de la ciudad, con grandes fiestas. Solo hablan catalán y su castellano es muy malo, por lo que tienen que aprenderlo, porque eso “hace más fino” entre la gente con la que quieren moverse. Poco después se dan cuenta de un pequeño detalle; para ser gente bien ‘de verdad’, su vida tiene que estar salpicada con algún escándalo extramatrimonial…
Con esta materia prima como base, La Cubana ha encontrado un filón con el que repasa varias décadas de la sociedad catalana: el arranque, en 1917; en pleno franquismo, en 1951; durante el inicio del estado autonómico, en 1980; y en el año 2017, en plena resaca de cultura del pelotazo, con muchos nuevos ricos en la cárcel, y otros preocupados no ya de aprender el catalán o de tener escándalos extraterritoriales, sino de ver cómo llevan a buen puerto las empresas off shore que tienen en paraísos fiscales. Unos años en los que el título nobiliario comprado en 1917 se esconde y no se usa ni en las tarjetas de visita. Lo dicho, la diversión está servida… y en bandeja de plata.
GENTE BIEN, EL MUSICAL SE REPRESENTA EN EL TEATRE COLISEUM DE BARCELONA (GRAN VIA DE LES CORTS CATALANES, 595).
MÁS INFO EN: WWW.LACUBANA.ES
Si quieres ver más fotos del divertido montaje Gente bien, de La Cubana, pasa página