Desde su estreno en Londres en 1999 Mamma Mia! no para de cosechar éxitos. Pero más allá de los números que avalan el triunfo de este musical allí donde se estrena, esta obra –basada en las canciones de Abba– tiene algo que la convierte única: destila un buen rollo que hace que nunca te canses de verla. Ahora vuelve a madrid con todos los honores.
Los números la preceden: Mamma Mia! se ha representado en 440 ciudades de todo el mundo, en dieciséis idiomas, hay en torno a cincuenta producciones girando por todo el planeta, y ha sido vista por sesenta millones de personas. Es de las pocas obras que en los 2000 se ha mantenido año tras año en los escenarios del West End y de Broadway, como han hecho funciones míticas del tipo El Fantasma de la ópera o Cats. De hecho, con casi dieciocho años en cartel, es junto con El rey león o Billy Elliot la única reciente que ha pasado esta ‘prueba del algodón’.
Se estrenó en 1999 en el Prince Edward Theatre, situado en el corazón de una de las calles más gays de Londres, Old Compton St. La première oficial fue el 6 de abril, el mismo día que se cumplían 25 años de la consagración de Abba en Eurovisión –el 6 de abril de 1974 en Brighton– con Waterloo. Esa fecha era, sin duda, el mejor pasaporte para una carrera de éxito. En ese mismo teatro, en 1981, Björn Ulvaeus y Benny Andersson, los componentes, compositores y letristas de Abba, habían estrenado Chess –un musical compuesto junto a Tim Rice, autor de Evita o Jesucristo Superstar– que estuvo solo un año en cartel. Si Chess fue la cara B del single de Abba en el West End, Mamma Mia! se convirtió en su cara A más triunfal.
Pero esta obra –cuyo argumento es una preciosa historia de amor que termina en una maravillosa boda griega que casa a la perfección con las canciones míticas del grupo sueco– es mucho más que estos datos que la convierten en un show de récords. Mamma Mia! no es solo una sucesión de cifras de éxitos: estamos ante un musical que genera muy buen rollo, ganas de vivir. Una obra redonda que cumple con su cometido, y lo hace a la perfección. Y por eso gusta tanto a todo el mundo. Y también por eso siempre se tienen ganas de volver a verla. El público que llena los teatros es todo menos tonto, y es muy complicado que una función continúe su vida en las salas coexistiendo con una película que arrasa en las taquillas, y mucho más que sobreviva a este fenómeno. Más cifras: en Madrid hay dos personas que la han visto más de 80 veces.
Nina sigue al frente de un reparto que ya encabezó en su estreno español, en el teatro Lope de Vega, el 11 de noviembre de 2004. Con esta obra no solo reventó las taquillas de la Gran Vía tras su paso por la Academia de Operación Triunfo, sino que se ha recorrido España varias veces. Ahora vuelve a Madrid y tiene el honor de reabrir el Teatro Coliseum que, tras unos años cerrado vuelve a la vida musical. Todo son buenas noticias.