A estas alturas, poca gente quedará sin saber quién es Aida Domènech. La catalana de 27 años se ha convertido en una de las blogueras y youtubers más influyentes de nuestro país, aunque quizá la conozcas mejor como Dulceida. Cerca de dos millones de personas la siguen en sus cuentas de YouTube o Instagram, y por mucho que le insistimos, no nos confiesa cuál es el secreto para tremenda repercusión. “Siempre me he mostrado natural, con mis miedos”.
Su frescura y espontaneidad, y por supuesto su admirable estilo, le han servido para convertirse en imagen de importantes marcas, para lanzar sus propias colecciones de moda e incluso ser coach en algún programa de televisión. Parece que la de Badalona se atreve con todo, pero ella asegura que no es así. “Cuando me proponen algo tengo que meditar si soy capaz de hacerlo bien o no, y entonces ya decido. Por ejemplo, me encantaría grabar un disco, pero es impensable”. No la veremos copando las listas musicales, pero tampoco podemos decir que su éxito está limitado al mundo de la moda. De hecho Dulceida ha cambiado la ropa por las copas en la última colección de Bulldog London Dry Gin. “Cuando me dijeron que habían pensado en mí para diseñar las nuevas copas de la marca pensé que era realmente un reto, porque está alejado de lo que yo suelo hacer, pero a la vez me apetecía muchísimo. Ha sido un proceso muy creativo para mí, aunque confieso que también he necesitado ayuda”.
“Dicen que he ayudado a normalizar, pero es que para mí es normal, yo soy una persona normal”
Es así como Aida enlaza una aventura con otra. Y la última ha sido sumarse ayer al pregón colectivo del WorldPride de Madrid, donde ha compartido voz con otros rostros relevantes de la cultura española como Alejandro Amenábar, Cayetana Guillén Cuervo, Ana Belén o los Javieres (Calvo y Ambrossi). No podía faltar a esa cita. Desde que salió del armario públicamente como bisexual en 2015, y se casó con su ya mujer Alba Paúl el pasado 10 de septiembre, Dulceida se ha convertido en un referente LGTB para miles de jóvenes. “Muchos seguidores me escriben para decírmelo, y es muy emocionante. A veces incluso me hacen llorar porque me cuentan historias muy duras, aunque casi todas tienen un final feliz”. Y lo ha hecho sin apenas darse cuenta. Más allá de las publicaciones acerca de su pareja y el día de su boda, no le ha dado más importancia a su orientación sexual, simplemente se ha comportado con total naturalidad. “Dicen que he ayudado a normalizar, pero es que para mí es normal, yo soy una persona normal”. Aun así, admite que, aunque quizá sea su percepción, cada vez encuentra más parejas de chicas publicando su amor en redes sociales. “Me parece superbonito y me hace muy feliz”.
Pero a pesar de que parece que el amor libre va derribando barreras, todavía quedan resquicios de intolerancia que ponen de manifiesto todo lo que queda por hacer. “El otro día, una supuesta seguidora mía escribió a otro chico que se maquillaba en redes para decirle que eso era cosa de mujeres. ¡Mentira! La gente tiene que entender que cada uno puede ir como le dé la gana”. Y así debería ser. Y para conseguirlo “debemos seguir luchando y defender siempre la diversidad”.