De repente, todo el mundo parece verse familiarizado con el término pinkwashing, traducido como ‘lavado de imagen rosa’, que no sería más que una estrategia deliberada que llevan a cabo diferentes países para ocultar las continuas violaciones de los derechos humanos de una población específica, detrás de una imagen de ‘aparente modernidad’ en cuanto a estilo de vida LGTB.
Durante las celebraciones del Orgullo, la estrategia de muchos políticos es apuntarse a esta ¿moda?, algo que despierta no pocos recelos entre algunos sectores.
El pinkwashing es una estrategia de marketing bajo la cual se promueven países, empresas o incluso productos apelando y recalcando su posición de simpatizantes LGTB, con el objetivo de que el resto de individuos les perciban como progresistas, tolerantes y modernos.
A pesar de que el color rosa es uno de los que habitualmente representan a la población LGTB desde la década de los 70, el término fue originalmente acuñado por la Breast Cancer Action, en 1992, para referirse a las empresas que presuntamente apoyaban a las mujeres con cáncer de mama, mientras que su foco principal era el beneficio que obtenían de estas y el ‘lavado de imagen’ empresarial que obtenían involucrándose en este tipo de asuntos benéficos.
Pero si crees que este es el único ‘lavado de imagen’ que debes conocer, estás muy equivocado, existen varios tipos de washing más.
El abanico de términos derivados comienza por el purplewashing, que englobaría a la estrategia de marketing mediante la cual ciertas instituciones promueven políticas y compromisos en materia feminista y de igualdad de género, pero en realidad intentan encubrir un trasfondo sexista y misógino. Por otro lado, el concepto greenwashing hace referencia al aparente respeto medioambiental del que muchas empresas hacen gala. Este tipo de propaganda pretende aumentar beneficios bajo una falsa imagen de promoción del ‘movimiento verde’.
Este método de pseudoecologismo toma la sustentabilidad como negocio y no como propósito central de la empresa en cuestión. Algo muy parecido ocurriría con el whitewashing, que actuaría en el marco de los papeles cinematográficos de personas negras interpretados por blancas, o el redwashing, en contexto de políticas con discurso de izquierda.
Pero si crees que este es el único ‘lavado de imagen’ que debes conocer, estás muy equivocado, existen varios tipos de washing más.
El abanico de términos derivados comienza por el purplewashing, que englobaría a la estrategia de marketing mediante la cual ciertas instituciones promueven políticas y compromisos en materia feminista y de igualdad de género, pero en realidad intentan encubrir un trasfondo sexista y misógino. Por otro lado, el concepto greenwashing hace referencia al aparente respeto medioambiental del que muchas empresas hacen gala. Este tipo de propaganda pretende aumentar beneficios bajo una falsa imagen de promoción del ‘movimiento verde’. Este método de pseudoecologismo toma la sustentabilidad como negocio y no como propósito central de la empresa en cuestión. Algo muy parecido ocurriría con el whitewashing, que actuaría en el marco de los papeles cinematográficos de personas negras interpretados por blancas, o el redwashing, en contexto de políticas con discurso de izquierda.