Comenzó en a década de los 40 como actriz, pero la gran fama le llegó como cantante. María Dolores Pradera nos ha dejado y su hueco nadie lo podrá llenar. Las crónicas dan la noticia de que murió a los 94 años. Pero eso no es del todo cierto. María Dolores Pradera no tenía edad.
Era de esos animales de escenario con tanta personalidad, tanta presencia, tanto saber escénico que no hay edad que pueda con ellas: nunca morirán.
Llevaba tiempo semi retirada, porque las grandes nunca se retiran. Discreta, educada y, sobre todo, elegante, María Dolores Pradera estará siempre entre nosotros con sus míticas versiones de Fina estampa, Toda una vida, Quisiera amarte menos, Amarraditos, En un rincón del alma, Dos amores, Limeña, Amanecí en tus brazos, Son de la loma…
Los archivos del mundo del espectáculo español están llenos de maravillosas fotos de la época de su matrimonio con Fernando Fernán Gómez. Dos monstruos inmensos, dos personas clave en la vida de nuestra cultura. De su época como primera actriz en el Eslava o el María Guerrero… Pero los archivos de nuestra memoria la recordarán siempre subida a un escenario con su estilo inconfundible y su saber estar.
La Pradera era una de las grandes. De las inmensas. Ello nunca impidió que fuera cercana, amable, educada. Respondiendo siempre a todos los que la llamaran… y supieran, claro, el truco que tenía para contestar al teléfono: dos toques, colgar y volver a llamar enseguida. La conocí en su casa de Madrid para hacerle un reportaje hace ya muchos años. Nunca fuimos amigos íntimos, pero desde ese momento, nunca me faltaron jazmines en el pelo, ni rosas en la cara.
Déjame que te cuente limeña, déjame que te diga la gloria del ensueño que evoca la memoria del viejo puente, el río y la alameda: Muchas gracias por tantas cosas, María Dolores. Y sí, ya sé que «no se estila» hablar de señoras como tú. Pero es una obligación: eras (eres) una de las grandes. Y te debemos tanto.