La dolce vita es uno de los títulos míticos del cine. No del cine italiano, sino mundial. La secuencia de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi es una de las que más veces se ha intentado reproducir en reportajes de moda, sesiones de fotos o videoclips. Hasta que llegó Aída Nízar. Pero ni siquiera ella puede acabar con esta imagen icónica.
Fellini, uno de los maestros del cine del pasado siglo XX, marcó un antes y un después con esta maravillosa película. Términos como ‘papparazi’ nacieron en esta cinta, que recrea la vida de las terrazas romanas de la Via Veneto. Marcello Mastroianni da vida a un periodista de la crónica social de la capital de Italia.
Aída Nizar juega a ser Anita Ekberg, pero no. Nunca podrá ni siquiera llegar a ser su sombra. Si Loli Álvarez y Toni Genil se estamparon contra La Cibeles, ahora es la extertuliana de Telecinco la que ha hecho lo propio en la Fontana di Trevi.
La multa de 450 ‘euracos’ no es suficiente. Prostituir una de la imágenes legendarias del cine, faltar al respeto a esta joya (Palma de Oro en Cannes en 1960 y ganadora del Oscar al mejor vestuario) no se puede valorar en dinero. Y sí, eso sí que nos queda claro: Aída Nízar nunca podrá ser Anita Ekberg.
Es posible que esta mamarrachada haga que recupere cierto protagonismo mediático. Y también hay que reconocer que, gracias a ella, nos hemos reído un rato (y eso tampoco tiene precio).