Te costará encontrar un disco de pop alternativo tan explícitamente gay en lo que llevamos de 2018 como el debut de Sam Vance-Law, canadiense afincado en Berlín desde hace ocho años, que ha titulado su primer álbum Homotopia. Ni plantea una distopía ni se centra exclusivamente en homofobia; Vance-Law propone historias muy distintas en un álbum en donde da voz a personas imaginarias, eso sí, todas protagonizadas por hombres homosexuales. “Me identifico con todas y cada una de mis canciones, aunque realmente en ellas he creado personajes que no necesariamente tienen que ver conmigo o mis experiencias”, afirma su autor.
En Homotopia predomina la ficción, pero con matices: “Cuando escribí Let’s Get Married me había separado de mi novio, y cuando la terminé me di cuenta de que tenía mucho que ver con nuestra relación”. Y Sam no tiene hijos, de ahí que Gayby –o cómo convertir ‘baby’ en un término más gay– no deja de ser una fantasía, “aunque me gustaría tener hijos en un futuro”. Faggot, en la que cuenta cómo un homosexual se siente defraudado por la discriminación de la Iglesia, tiene más en común con su experiencia. “No es que fuese extremadamente religioso de pequeño, pero lo era hasta cierto punto. Perdí la fe una vez que acepté mi homosexualidad, porque Dios dejó de tener sentido para mí”. En Isle of Man cuenta la historia de un hombre, casado y con dos hijos, que no acepta su propia homosexualidad. “No es mi situación, pero sí sé lo que es no salir del armario y vivir tu sexualidad en secreto”.
«Perdí la fe una vez que acepté mi homosexualidad, Dios dejó de tener sentido para mí»
El título del disco surgió como una broma, o un desafío. “Unos amigos me dijeron que por qué no grababa un disco llamado así, y empezamos a inventarnos títulos para las canciones sin ni siquiera tenerlas. A partir de ahí me lo tomé muy en serio”. Al presentar un disco tan explícitamente gay, entra dentro de la lógica que cada vez que se habla de él ahora se le presenta como “el artista gay Sam Vance-Law”. No le preocupa. “Me considero un hombre gay muy afortunado, lo he tenido mucho más fácil que otras muchas personas queer en el mundo, así que no veo ningún problema”.
Aunque no duda en reconocer, a sus 31 años –que no aparenta–, que salió del armario muy tarde. “Tenía diecinueve años. Y la primera vez que me enamoré de un chico fue a los catorce… Mi familia me apoyaba en todo, pero yo no me sentía cómodo conmigo mismo y mi sexualidad, y todo lo que estaba relacionado con la palabra ‘gay’ cuando era pequeño era negativo, y por eso me costaba tanto identificarme con el término”. Cumplió diecinueve y todo cambió. “Me di cuenta de que debía sentirme orgulloso de ser gay cuando descubrí los sacrificios que tanta gente había hecho para que mi vida fuese lo más sencilla posible una vez saliera del armario”.
Cuenta que la etiqueta que más se ha utilizado hasta ahora para definir su música es ‘pop de cámara gay’, y no le parece mal que aparezcan para definir lo que hace. “A mí nunca se me habría ocurrido”, dice entre risas. “Pero si a la gente que no me conoce le ayuda a hacerse una idea de lo que hago, genial”. Y celebra que cada vez haya más artistas queer que logran traspasar la barrera del underground y llegar a un publico más amplio, y por ende, plural. “Cualquier representación de la comunidad es positiva. Y cuanto más variada, mejor. Porque no toda la música que hacemos debe hablar de nuestro orgullo, hay muchos más rincones que explorar”. De ahí que en Homotopia vaya de canciones muy positivas a otras densas, de historias que pueden arrancarte una sonrisa a otras que provocan todo lo contrario. “Me gusta moverme ente esos dos extremos, entre el humor y el drama. Y después está Faggot, la única canción que nace de la rabia, y que es lo único que puede provocar, porque al fin y al cabo cuenta la relación entre un hombre gay y la religión”.
Es un disco musicalmente variado, difícil de etiquetar, como suele suceder también con los discos de otros artistas queer como Rufus Wainwright, Chris Garneau o Perfume Genius, y tiene que ver con su educación. “Vengo de la música clásica”, explica. “Por eso no podía resistirme a incluir, por ejemplo, cuerdas en algunos temas. Y a nivel de arreglos, creo que no tiene mucho que ver con la mayoría del pop indie. Aunque tampoco es un género con el que esté familiarizado”, confiesa. “Escucho poca música actual, y lo que menos, pop. Fallo mío, la verdad”.
“Ojalá llegue el día en que cualquier persona gay, o queer, pueda levantarse sin sentir miedo”
Lo que Sam Vance-Law se propuso de manera consciente fue intentar que sus canciones resultaran lo más sugerentes posible. “Es algo que echo en falta en el pop. Cualquier pieza de música clásica te hace viajar a rincones inesperados, mientras que una gran mayoría de temas pop te llevan exactamente a donde sus creadores e intérpretes se han propuesto. Te alegran la vida durante tres minutos y medio y ya. Me he esforzado por que cada canción pueda generar más de un sentimiento, más de una lectura. No sé si lo he conseguido, pero desde luego era mi intención”. Dado que asegura escuchar muy poco pop, y menos mainstream, no está de más saber qué es lo que más le ha impactado de la música popular reciente. Tampoco necesita pensárselo mucho. “Un par de canciones de Lemonade de Beyoncé son muy poderosas”, cuenta. “Y lo que he escuchado del último disco de Kendrick Lamar me parece brillante”.
Este año no tiene previsto actuar en ningún Orgullo, y bien que le gustaría. También le encantaría que no fuese necesario celebrarlo. “Por un motivo claro: significaría que se acabaron los insultos, el maltrato, los asesinatos, la discriminación o las violaciones a personas de la comunidad LGTBI”. Tal y como están las cosas, por supuesto que celebra que existan eventos como el Orgullo. “Aunque es verdad que habría mucho sobre lo que reflexionar: lo comercializado que está, cómo se dirige mayoritariamente en todas partes a hombres gays blancos… Pero esa es otra historia”. De momento, prefiere pensar en lo positivo que se puede conseguir con estas celebraciones: “Ojalá llegue el día en que cualquier persona gay, o queer, en cualquier parte del mundo, pueda levantarse sin sentir ningún miedo”.
EL ÁLBUM HOMOTOPIA ESTÁ EDITADO POR CAROLINE INTERNATIONAL/MUSIC AS USUAL.