Ricky Martin, el icono visible

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Cada vez que en Shangay tenemos oportunidad de compartir charla con alguna de las estrellas de los emergentes ritmos urbanos, solemos preguntarnos por la ausencia de referentes abiertamente LGTB en su género, y la respuesta suele ser unánime e inmediata: “Pero está Ricky Martin…”.

El hecho demuestra que la trascendencia del boricua traspasa los límites de su carrera musical, convertido en todo un icono y referente visible, capaz de sobreponerse a años de casposas entrevistas donde se subastaba su soltería y se hacían cábalas sobre cuándo encontraría la mujer de su vida. Todo aquello ya caducó hace más de ocho años, y ahora Enrique Martín Morales deja en cada photocall –o a través de sus sugerentes redes sociales– al que acude con su marido y sus dos hijos instantáneas tan tiernas como todavía necesarias.

Seguro que toda su experiencia vital le ha servido como acicate para ganarse su primera y merecida nominación a los premios Emmy, tras encarnar a Antonio D’Amico en American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace, el amante secreto del malogrado diseñador italiano. Antes de comenzar a grabar, el polifacético Martin le prometió a Antonio que se iba a dejar el alma frente a la cámara, y cumplió, tal y como ha hecho siempre encima del escenario.

Desde que saltó a la fama explicándonos cómo era María, «tan caliente y fría», en 1995, el cantante ha marcado el tempo de la música latina y ha sabido evolucionar junto a ella cuando aún estaba infravalorada. Su repertorio de grandes éxitos, desde Livin’ la vida loca, La copa de la vida, La bomba o Qué más da, hasta los más recientes La mordidita, Vente pa’ ca y Fiebre, ha desengrasado caderas durante más de dos décadas y convierte sus directos en un acontecimiento rotundo donde no hay respiro. Un buen momento para comprobarlo es hoy, 22 de agosto en el Estadio Guillermo Amor de Benidorm, donde aterriza después de dos años de sold out en su espectáculo All in de Las Vegas, penúltimo ejemplo de que las modas pasan, pero el puertorriqueño permanece.