Hace más de tres años, Pedro Nehemias, le dijo a su madre que iba a irse de su pueblo en Guatemala a la capital para comprar algo de ropa. Pero la verdad no era esa, realmente estaba yendo a la ciudad para conocer a un chico hondureño que había conocido a través de Facebook.
Al principio, tuvo sus dudas. Para él fue extraño que una persona que no había conocido nunca viajase desde San Pedro Sula (Honduras) para conocerle a él, pero aún así, aceptó y fue. El pasado sábado, en Tijuana (México), se casó con el mismo hombre.
En estos momentos, a sus espaldas lleva más de 2,500 millas recorridas, debido a que forma parte de la caravana LGTB, que tanta ira esta provocando al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y tanto interés ha generado en las elecciones del midterm. Pedro Nehemias y Erick Dubon fueron los primeros homosexuales de las ocho parejas en casarse el sábado, seguidos por dos parejas más homosexuales, tres parejas lesbianas y dos pares de mujeres trans, y una pareja heterosexual.
Uno por uno se colocaron en los escalones del Enclave Caracol, un espacio LGTBI friendly situado en el centro de la ciudad de Tijuana que sirvió de altar para los miembros de la caravana LGTB. Allí se dieron el «Sí quiero», ante una multitud de periodistas, residentes de Tijuana y sus compañeros de viaje, los cuales les lanzaron arroz y aplaudieron a su salida.
Los tres oficiantes de la boda era de la delegación de la Iglesia Unitaria Universalista, quienes habían viajado hasta Tijuana desde el norte de California. Aunque el viaje llevada siendo planeado desde hacía meses, quedaron gratamente sorprendidos por la boda que iban a oficiar a las 16 personas que estaban allí.
«Esto es un acto de justicia», dijo Hugo Córdoba, uno de los pastores. «El sueño de casarse es una ilusión para la mayoría de ellos. Nosotros estamos ayudándoles a hacerlo realidad. Están huyendo de ser perseguidos, de la violencia, de un gran número de cosas. Estos inmigrantes siempre consiguen hacerse a un lado, pero tienen una única experiencia y queremos rendirles el honor que se merecen, aunque hayan muchas iglesias que se nieguen a hacerlo. El amor no tiene género, orientación sexual o identidad de género».
«El amor es cosa de conexiones y hoy estamos para hablar de amor», dijo Córdoba.
Antes de la ceremonia, Erick habló con su tia por FaceTime para decirle que pronto iba a tener un marido. «Va a pasar- ¡Mira!», le dijo mientras le enseñaba a través del móvil como estaba el altar decorado con flores, cintas azules y banderas LGTB.
La ceremonia empezó, y sin perder el contacto visual entre Pedro y Erick, intercambiaron sonrisas y risas. La semana anterior, incluso cuando no habían ni siquiera pensado en casarse, ambos, Erick y Pedro, dijeron que tenían miedo de perderse el uno al otro. Son afortunados, ya que habiéndose casados se aseguran de no ser forzosamente separados en los Estados Unidos. Aunque realmente no saben como funcionarán las cosas en el otro lado de la frontera, ahora mismo están felices de saber que su enlace es totalmente legal.
«Hemos construido una vida los dos juntos y lo necesito. Me despierto y él está ahí. Me voy a la cama y puedo darle el buenas noches», dijo Pedro. «Hace que mi vida sea más llevadera y no puedo imaginarme el momento de no dejarnos entrar en EEUU o el momento en el que nos separen en la frontera».
Su llegada a Tijuana, supone una oportunidad única para las parejas de la caravana. En 2015, la Corte Suprema mexicana dictaminó que las prohibiciones estatales sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo eran inconstitucionales, pero pese a esto, algunos estados siguen prohibiéndolo. En noviembre de 2017, los matrimonios de personas del mismo sexo se convirtieron en legales en Baja California, donde está situada Tijuana.
Como la mayoría del grupo, Pedro y Erick están planeando aplicar para pedir asilo en los Estados Unidos, alegando la discriminación y los asaltos. Pedro dijo que ha sido expulsado de su casa a los 15 y obligado a prostituirse. Decidió irse después de que los miembros de la banda le atacasen y le golpeasen su boca con una roca. Tampoco ninguno de sus familiares más cercanos acepta su identidad sexual.
Pero sus historias no difieren mucho de las que podemos escuchar del resto de los miembros de la comunidad LGTB en América Central. Guatemala, Hondura y El Salvador, suponen los países de mayor procedencia de los integrantes de la caravana LGTB, lugares en los cuales no se reconoce los enlaces de personas del mismo sexy ni tampoco la legalización de las personas transexuales. Estos países tienen los indicadores de violencia más altos del mundo.
Honduras, por ejemplo, es uno de los países más peligrosos para la comunidad LGTB. Desde 2012 hasta 2017, hubo 196 asesinatos de gente LGTB en el país, de acuerdo con Cattrachas, una organización por los derechos de las lesbianas hondureñas. Durante el mismo período de tiempo, en EEUU, hubo 167 denuncias individuales por homicidios anti-LGTB.
Los Estados Unidos tiene aproximadamente 326 millones de habitantes, Honduras por su parte tan solo tiene 9 millones.
En El Salvador, «mientras participan en la aplicación de la ley, miembros de la policía y el ejército han violado, golpeado, acosado, buscado arbitrariamente, detenido, intimidad, extorsionado e intimidado a personas LGTB». Un mínimo de 145 personas LGTB han sido asesinadas en el país en los últimos tres años, de acuerdo con una organización local.
«Me siento muy feliz por poder tener esta oportunidad. Siempre habíamos deseado algo como esto, pero en nuestro país no podemos», dijo Erick. «La única cosa que podía pensar cuando estaba delante de todo el mundo es que estaba casándome con la persona que más quiero en el mundo».
El grupo de 80 migrantes LGTB fueron los primeros en alcanzar la ciudad de Tijuana el pasado domingo. Inicialmente, se quedaron en una casa en El Barrio de Playas de Tijuana, que consiguieron alquilar gracias a AirBNB y a un grupo de abogados. Por su seguridad, hace unos días, el grupo fue separado y enviado a diferentes casas distribuidas por la ciudad.