Hace unos días, durante un desayuno con periodistas en Brasilia, el presidente Jair Bolsonaro soltó una de sus perlas homófobas: “Brasil no puede convertirse en un país dentro del mundo gay o del turismo gay”. Y por si alguien no lo entendiera, añade el justificante de “tenemos familias”.
La respuesta ha sido inmediata por parte de la comunidad LGTB del inmenso país sudamericano. Por ejemplo, David Miranda, periodista y político del Partido Socialismo y Libertad ( PSOL), ha declarado: “Bolsonaro no es la cabeza del país, es una desgracia”. Y añade: “Está manchando la imagen del país de todas las maneras posibles”.
El exmilitar es un dirigente ultraconservador que no deja de incitar al odio con sus comentarios claramente racistas, sexistas y homófobos. No podemos olvidar que en anteriores entrevistas ha llegado a decir que preferiría tener un hijo muerto a un hijo homosexual.
A principios de este mes de abril, el Museo de Arte Natural de Nueva York canceló un evento en el que iba a participar Bolsonaro. Habrá que esperar para descubrir si las demás potencias mundiales toman medidas ante los comentarios y decisiones del presidente brasileño.