Hay muy pocos pintores que hoy en día se adentren en el sensorial y arriesgado mundo de las grandes superficies. Pero Paul Christopher Mckenna no puede estar más orgulloso de su profesión, aunque puntualiza que “yo, ante todo, soy muralista, e intento que los clientes vivan dentro de la magia del cuadro; esto es lo más bonito del mural”. Irlandés afincado en Madrid desde hace casi dos décadas, Mckenna descubrió este universo cuando trabajaba en Londres como director de arte, y comenzó a intercambiar impresiones con todo tipo de artistas y artesanos. Fan declarado de Velázquez y El Bosco, nos confiesa que asentarse en la capital de España le provocó sentimientos hasta entonces desconocidos: “Al llegar, descubrí un mundo fantástico que comencé a poner en práctica. Hasta me puse a estudiar de nuevo… Y luego está el cielo de Madrid, que es impresionante y muy inspirador para un pintor”, explica emocionado.
Sus obras son pura plasticidad… y engaño. Paul es un virtuoso del trampantojo, de hacer creer, por ejemplo, que por el salón de nuestra casa puede colarse la naturaleza más virgen. De hecho, su última exposición en Madrid estuvo basada en la imaginación que nos despierta esta distorsión –y donde también mostraba su preocupación por el cambio climático–. Una técnica basada en “amplitud, perspectiva, iluminación y alegría. Los colores suelen dar mucha felicidad también”. Aunque a él, lo que más le reconforta es “la sensación del cliente, que muchas veces me da un boceto para que yo lo plasme tal cual, y recibe así una pieza única para toda la vida”. Anda iniciándose en la pintura en espacios abiertos –el grueso de sus trabajos sigue siendo bajo techo–, pero su alma inquieta le lleva a plantearse otro tipo de retos: “Me encantaría pintar sobre lienzo, y ampliar mi cartera de clientes hacia el coleccionismo”, reflexiona en voz alta.
Mientras, se mantiene un poco ajeno al momento actual de la decoración, y ese boom que ha sacado al diseñador que casi todos llevamos dentro. “Hay tantos estilos que me pierdo, yo jamás he seguido las tendencias. Y mis clientes tampoco, son unos visionarios que me piden lo más clásico o lo más moderno, desde un paisaje a un trampantojo con elementos geométricos. Lo que sí que veo, relacionado con mi trabajo y el mundo de la decoración, es que cada vez hay más papel pintado, y aunque pretenda sustituir al mural fresco, no puede. Es bonito, pero no es original”.
Más info en www.instagram.com/paul.paint